Por Antonio Las Heras
¿Es posible que, en las profundidades de un lago patagónico, situado a la vera de los Andes, muy visitado por turistas durante todo el año, se encuentre una ciudad oculta, sumergida desde hace miles de años, donde – además las deterioradas construcciones – haya numerosos valiosos objetos de oro?
Sólo escribir esto, ya remitirá la memoria del lector a las leyendas de La Ciudad de los Césares y otras – tan difundidas hace unos siglos – que refieren la existencia de sitios, abandonados, donde se encuentran tesoros que no sólo están formados por metales y piedras preciosas sino también – en algunos casos – por ser reservorios de conocimientos científicos y tecnológicos sorprendentes, producto de civilizaciones perdidas.
La primera referencia sobre la Ciudad de los Césares aparece con la expedición realizada por el capitán Francisco César durante 1528, en el marco de una avanzada mayor dirigida por Sebastián Gaboto quien intentaba llegar a la legendaria Sierra de la Plata. Del apellido de este capitán provendría la denominación que, luego, se hizo tan difundida “de los Césares.”
Mientras se realizaban los preparativos para remontar nuevamente el río Paraná hacia el norte, el capitán Francisco César solicitó, y obtuvo autorización, para realizar su propia exploración, junto a unos pocos hombres, desde el fuerte Sancti Spiritu hacia el oeste – se afirma que llegó hasta el pié de la cadena andina – siendo este viaje el que marcaría el comienzo de las menciones a la existencia de un lugar que pasó a conocerse como la Ciudad de los Césares.
La travesía de Francisco César habría durado siete años y, tras ella, sus hombres fueron bautizados como Los Césares. La expedición en general quedó en los anales como la Conquista de los Césares. Los relatos comenzaron a señalar que habrían llegado a sitios tan lejanos como el sudoeste de la región pampeana y la Patagonia misma; lo cual vuelve a vincular este tema con los lagos del sur.
Buscando en Internet, rápidamente encontraremos esta referencia: “La Ciudad de los Césares, también conocida como Ciudad encantada de la Patagonia, es una ciudad mítica de América del Sur, que se supone ubicada en algún lugar del Cono Sur (preferentemente en algún valle cordillerano de la Patagonia entre Argentina y Chile).”
Resulta muy interesante advertir que, de inmediato, se asocia la ubicación geográfica de este lugar con la Patagonia.
La ciudad se caracterizó por ser buscada intensamente durante la época colonial, pues se suponía que había sido fundada, según las diferentes versiones, por españoles (náufragos, o exiliados) o por mitimaes incas; y que estaba llena de riquezas, principalmente oro y plata.
Nunca hasta hoy ha podido comprobarse la veracidad de tales relatos. Pero lo cierto es que fueron muy citados en otros tiempos y, además, que muchas expediciones se financiaron para hallar tales ciudades mágicas y misteriosas.
“La Ciudad de los Césares – indica esta historia – está encantada, en la Cordillera de los Andes, a la orilla de un gran lago. El día Viernes Santo se puede observar, desde lejos, cómo brillan las cúpulas de sus torres y los hechos de sus casas, que son de oro y plata macizos…”
Aquí se hace referencia a una ciudad que está en una orilla. Pero lo habitual es que se trate de construcciones sumergidas.
Ahora, nuestras investigaciones nos llevaron a un lugar de la Patagonia Argentina, donde fuimos informados de la posible existencia de una de estas “Ciudades de los Césares.”
Nos referimos al Lago Lácar, situado en la provincia de Neuquén (Argentina), es de origen glaciar. Tiene una superficie de 55 Km2, una profundidad media de 167 metros, siendo la máxima de 277 metros. Se encuentra en un profundo valle cuya parte no inundada al este se denomina Vega de Maipú, donde se halla la ciudad costera de San Martín de los Andes. Mide unos 25 Km. de largo por un promedio de 3 Km. de ancho.
El Lago Lácar también tiene su leyenda. Es la de una ciudad sumergida bajo sus aguas, hecho ocurrido en tiempos del deshielo de un glaciar. Según la misma, “lácar” tiene como significado “brujo muerto” o “ciudad muerta”; proviene de una serie de hechos fantásticos que tuvieron lugar hace miles de años cuando la zona se encontraba totalmente libre de las aguas, habiendo un valle en la zona más central y profunda de la región montañosa donde se había establecido un grupo humano. Una serie de hechos extraordinarios condujo a que aquel poblado quedara en las profundidades de un lago recién surgido. Precisamente, este sería el origen del Lácar.
En nuestras investigaciones, hechas durante los días del pasado Equinoccio de Otoño, pudimos conversar con lugareños que conocen el tema en detalle y prefieren mantenerlo oculto al conocimiento de los visitantes ocasionales.
Así nos enteramos que lácar puede traducirse, de los idiomas originarios, como “ciudad muerta” o “ciudad sumergida.” La ciudad que desapareció, que por eso la idea de “ciudad muerta.” A mayor detalle, se nos explicó que parte del secretismo si bien está sustentado en mantener el respeto a estas tradiciones precolombinas también ocurre para no difundir el hecho de que, acorde a lo transmitido de generación en generación y en forma verbal, la ciudad sumergida mantiene un valioso tesoro conformado por oro y piedras preciosas.
“Aquí no va a encontrar Ud. – me explicó una de las personas que nos ayudó en nuestras investigaciones – ningún comentario sobre misteriosos pleciosaurios, extrañas serpientes marinas, ni OVNIS saliendo del lago, ni ninguna cosa rara. Y eso es así porque no queremos que vengan a sumergirse y, por allí, se topen con la ´ciudad muerta.´ Eso debe quedar donde está desde hace milenios, hasta que surjan señales de que volverá a emerger.”
Una residente en la zona, desde hace más de 50 años, siempre pidiendo anonimato, aceptó brindar más información, de esa que no se difunde. Concretamente admitió que son varias las personas que, en diferentes momentos, encontraron pedazos de objetos hechos en oro y otros metales preciosos, en variados lugares costeros del Lago Lácar. Habrían sido arrastrados hasta allí desde las profundidades por el movimiento de las aguas. Lo cual estaría confirmando la existencia de la “ciudad sumergida”…
El enigma sigue vigente. Como en aquellos tiempos que los primeros europeos recorrían esta parte de América.
Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, parapsicólogo, filósofo e historiador. “Masonería en la Argentina: Enigma, secreto y política”, es su más reciente libro. www.antoniolasheras.com