Por Antonio Las Heras

Cuando estaba cercano a cumplir sus 80 años de edad, entrevisté al antropólogo Dick Edgar Ibarra Grasso (1914/2000), sus declaraciones de entonces siguen sorprendiéndonos hoy…

Ibarra Grasso fue el descubridor de más de 90 yacimientos arqueológicos en diferentes lugares de Sudamérica, de 25 culturas distintas en nuestro continente y fundador de varios museos arqueológicos.

Fue el primero en identificar las costas de las actuales Ecuador y Perú en los mapas realizados por el geólogo y matemático Claudio Ptolomeo (100/170) y por el cartólogo, geólogo y matemático Marino de Tiro (70/130), donde figuran como “Península de Cattigara.” O sea, que estas regiones ya eran conocidas muchísimo antes del primer arribo de Cristóbal Colón a las costas del supuesto “Nuevo Mundo.”

Luego de casi 60 años dedicados a la Antropología, con más de 200 expediciones arqueológicas, trabajaba – al momento de este diálogo – en un estudio biológico sobre la base de elementos atávicos que aparecen hoy en plantas cultivadas, a la vez que se ocupaba en terminar los detalles de la publicación de uno de sus trabajos más importantes: el mapa arqueológico argentino, que le llevó 25 años de labor constante.

Nombrado Doctor Honoris Causa de la Universidad de Cochabamba (Bolivia) y fundador de la Academia de Ciencias de Bolivia, este autodidacta argentino tiene en su haber 31 libros publicados y una enorme cantidad de trabajos en su especialidad, entre los que se destacan una monografía editada por la revista del Museo del Vaticano y otra, editada por la Academia de Ciencias de Moscú. En la Argentina, fue docente en la Universidad Nacional de Tucumán y la Universidad Nacional de Rosario.

L.H: Existe una interesante polémica acerca del origen o precedencia del caballo. En la escuela nos enseñaron que los españoles fueron quienes lo introdujeron en América, ¿es así?.

I.G: Eso es lo que nos han enseñado, pero ocurre que los caballos son originarios de Norteamérica. Y todos los antecesores del caballo están en Norteamérica. Desde la mitad del terciario empezaron a pasar al Viejo Mundo por el Estrecho de Behring.

L.H: Al revés de lo que nos han dicho generalmente, es decir, que por el Estrecho de Behring venían a América los primeros pobladores…

I.G: Era un camino. Todas las formas de caballo de cinco dedos están en Norteamérica; luego el caballo redujo sus dedos a tres y pasaron al Viejo Mundo en el que, posteriormente, redujeron sus dedos a uno.

Pero lo realmente importante es que en las cuestiones de vida hubo una transformación de la especie anterior que dio origen a una nueva especie. En los elementos culturales del hombre hubo un inventor, que con los conocimientos existentes anteriormente, inventó algo nuevo. Para entender bien estoy hay que separar lo que es un invento de lo que es un descubrimiento. Un invento es la creación de algo nuevo que no existía.

L.H: ¿A dónde me lleva?

I.G: Lo estoy llevando a lo siguiente: toda la civilización del mundo es una sola, que se ha diversificado en los distintos lugares donde ha llegado, merced a la influencia del medio, a las riquezas encontradas y a los tipos humanos existentes allí. En la Mesopotamia se dan los primeros centros protourbanos formados por los centros artesanales, donde se transformaban las materias primas que llevaban los comerciantes.

L.H: ¿Puede situarnos en el tiempo?

I.G: Entre cuatro y cinco mil años antes de Cristo.

L.H: Doctor, le cambio el tema, ¿Cuál es su opinión de cómo se construyó la gran pirámide de Kheops?

I.G: Para responder correctamente a esta pregunta, es preciso ir a su primer antecedente, que es la pirámide de Zozerkh.

L.H: La pirámide escalonada…

I.G: Exactamente, y antes de ella, la pirámide de Mesopotamia y, sobre todo, Elam, que son pirámides truncadas.

En Egipto aparece con punta porque no colocaban el templo encima, sino que lo metían adentro. En todas las primeras civilizaciones, todas las más antiguas construcciones, templos y palacios, eran hechos de adobe. Hasta que en Egipto en el comienzo de la Dinastía III, hacia el 2700 a.J., subió al trono un faraón llamado Zozerkh que tuvo un primer ministro llamado Imhotep, que fue uno de los mayores sabios de la Humanidad. Este hombre tenia a su disposición toda la fuerza de trabajo del Egipto de entonces, que era alrededor de un millón de habitantes. Y se le ocurrió hacerla perdurar en sus edificios. Mandó a copiar los adobe en piedra e hizo la primer pirámide, la hexaraca, toda hecha con piedras pequeñas.

Para hacer esto tuvo que empezar a formar todo un gremio de artesanos que se especializaron en trabajo de la piedra. Una vez que hubo maestros más capaces, estos empezaron a mover piedras cada vez más grandes, de modo que cuando llegó la pirámide de Gizeth, ya movieron piedras de cien toneladas de peso.

L.H: ¿Qué es lo primero que tuvieron que hacer?

I.G: Lo primero que tuvieron que hacer es encontrar la cantera adecuada, que sea una sola roca, de la cual ellos sacaban un trozo de roca, hay que desprender un bloque de cincuenta toneladas.

¿Cómo se saca ese bloque?. Ya se conocía muy bien el taladro. Se alisa el frente de roca golpeándolo y se hacen con taladros una serie de agujeros que tienen que llegar a la profundidad del espesor requerido de la roca deseada.

Una vez hechos los agujeros, se rellenan con una madera blanda y se le echa agua. La madera se hincha y rompe la roca exactamente en la forma requerida. Ahora viene el problema. Hay que ponerla encima de un trineo y, ¿cómo se hace?. Con un dedo.

L.H: ¿De qué manera se hace con un dedo?

I.G: Se pone un palo y otro palo… veinte, treinta, cincuenta palos y en el extremo se coloca una red. Allí se van echando adoquines hasta que, haciendo presión con una mano o con un dedo, en la bolsa central, la piedra se levanta porque está debidamente contrapesada.

L.H: El viejo truco de la palanca por cierto.

I.G: No hay más que empujar el tronco y ponerlo abajo; se saca el armazón y se hace lo mismo del otro lado. Una vez colocado sobre los dos tirantes, se colocan uno de dos travesaños y ya está puesta la piedra sobre el trineo.

El trineo se coloca delante de un rodillo de madera, y otro, y se va empujando de modo que pase sobre rodillos. El rodillo de atrás es sacado y puesto adelante, y adelante, y adelante…Así se hizo la Catedral de Cuzco, según la descripción de los cronistas, con las grandes piedras del Templo del Sol con que esta hecha.

L.H: Cuando uno llega a la ciudad de México, va al Museo Nacional de Antropología, se encuentra con ese enorme disco de piedra que es el calendario azteca, y piensa: ¡Cuánta sabiduría habrá encerrada acá!. Pero, ¿se puede conocer que es lo que está encerrado ahí?.

I.G: Es lo más fácil del mundo. El calendario azteca fue construído, terminado, en 1.470/71, concretamente 50 años antes de la conquista española. Y estaba en uso frente al templo mayor de México. Estaba totalmente pintado en diversos colores. Como es demasiado grande para romperlo a martillazos, igual que ocurrió con la Puerta del Sol de Tiahuanaco, los españoles hicieron cavar un foso delante de él, lo empujaron y lo taparon. Con eso se salvó, porque hubieran cumplido con romperlo, no más.

Hacia 1.790 lo redescubrieron al cavar los cimientos para un nuevo edificio. Dos años después hubo un sabio mexicano que se puso a estudiarlo. Y entre otras cosas dijo que la figura central es un Sol. Un año después llegó a México el gran sabio alemán Alejandro Humbolt, que se entusiasmó con el monumento, naturalmente. Él reafirmó la ideaa de que se trataba del Sol. Yo

también lo pensé así, hasta que descubrieron un muro incaico en 1.970. Me puse a estudiar comparativamente los calendarios y la Astronomía de todo el mundo, y me encontré con las figuras con triángulos de Sol.

L.H: ¿Cuál es la figura central?

I.G: La Tierra. Y la prueba es fácil: jamás, en ninguna parte del mundo, se representó al Sol con la lengua afuera. La lengua afuera es típica representación de la Madre Tierra.

L.H: Así que el centro del calendario azteca es la Tierra. ¿Y el resto, lo que tiene alrededor?

I.G: Es toda la concepción geocéntrica del Universo de la ciencia helenística del siglo III a.J., hasta el último detalle.

L.H: Ahora hablemos del Macchu Picchu.

I.G: Sí, una ciudad incaica recientísima.

 

El Imperio Incaico duró poquito más de un siglo. Macchu Picchu se debe haber construído mas o menos hacia la mitad de ese siglo. Una ciudad al borde de la selva. Ciudad importante, sin duda. Y aquí una cosa: es famoso el Intihuatana de Macchu Picchu.

Esto que llaman Intihuatana no es el observatorio astronómico: era la base del observatorio, el pedestal. No es posible medir nada con una altura como la del Intihuatana. Encima tenía que tener un aparato, posiblemente metálico, que fue fundido por los españoles, considerándolo cosa del diablo.

L.H: Las pinturas rupestres de manos que pueden observarse en el Cañadón del río Pinturas, aquí, en la Patagonia argentina. Uno visita el lugar, ve eso, ve esas manos, que parecen manos de niñas, de adolescentes, manos muy perfectas. Hay una gran cantidad de ellas. Y uno de pregunta ¿quién hizo esto, cuándo lo hizo? ¡Qué calidad de arte inclusive!

I.G: Hay una cueva chilena – no recuerdo el nombre del lugar – donde estas manos están todavía mas bonitas que en el Cañadón del río Pinturas. Estas pinturas parecen haber sido ritos de adolescencia de iniciación de muchachos. Por eso son pequeñas y parecen de niños o mujeres. Ponían la mano contra la pared de roca, pintaban encima, se levantaba la mano, y quedaba la mano en negativo.

L.H: Una finalidad ritual y mágica, seguramente…

I.G: Así es.

L.H: Antes de iniciar esta conversación usted comenzó a explicrme que había civilizaciones en las que no se encontraban representaciones de mujeres.

I.G: En el mundo hay solamente dos civilizaciones en las cuales no hay ni una sola representación de una mujer. Todo lo que sea sarraceno, persa y asirio, y Tiahuanaco. Esto era así porque se trataba de sistemas patriarcales rabiosos. En primer lugar, sostenían que el hijo era absolutamente labor del padre, y que la mujer no era sino una bolsa en la que se desarrollaba. Nada aportaba la mujer sino el alimento.

Cuando los Tupíes capturaban un prisionero importante, le daban mujeres de la propia tribu, incluso las hijas de los jefes, para que tuviesen hijos con ellas. Y llegado el momento, dos o tres años después de comerse al prisionero importante, se comían también las criaturas que habían tenido, y se daban la satisfacción de comerse no solamente al jefe enemigo, sino a sus hijos.

Por lo menos hasta medio siglo después de la conquista seguían pensando así hasta que los misioneros los “domesticaron”.

Hasta el 1.600 y pico tengo dibujos en donde se representaba al espermatozoide, que era lo que tenia que desarrollarse en el útero femenino, que no aportaba nada si no era el alimento.

L.H: Usted mencionó a Tiahuanaco, me gustaría que me contara como surge, ¿es resultado de una inmigración?

I.G: Es un influencia externa que llegó por navegación a las costas del Ecuador, y de ahí, siguiendo vías en las búsquedas de estaño, llegó hasta

Tiahuanaco, convirtiéndose en un centro importante, porque era vía de comercio de minerales valiosos.

Entre otras cosas, en Tiahuanaco había escritura que es la que posiblemente se sigue usando ahora. Está bien demostrado porque en la espalda del monolito llamado Ponce (director de la excavación) encontrado hace aproximadamente veinte años, hay dos personajes enfrentados, hablando y de la boca de ambos salen dos signos jeroglíficos con un aspecto mesoamericano sorprendente.

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, filósofo, historiador y escritor. “Masonería en la Argentina: Enigma, secreto y política”, es su más reciente libro. www.antoniolasheras.com