Ser uno de los presentadores del libro “Las búsquedas espirituales de Ricardo Güiraldes y otros escritos sobre escritores y escrituras” me reconforta como lector, como amigo y como camarada de esta cofradía de escritores, que dicho sea de paso, certifica los principios del decálogo del escritor.

Un libro necesario para conocer y, por ende justipreciar a los hacedores de literatura canoníca, a saber: Ricardo Guiraldes, Manuel Mujica Láinez, Leopoldo Lugones, José Hernandez, Domingo Faustino Sarmiento, Ernesto Sábato, Juan-Jacobo Bajarlia, Gustavo Adolfo Becquer y Nikos Kazanzakis (el autor de “Carta al Greco”). Indudablemente, en mayor o menor proporción, cada uno enseña que la condición humana es valiosa y trascendente, como subraya el escritor Antonio Las Heras en uno de los pasajes. “Las búsquedas espirituales de Ricardo Guiraldes y otros escritos sobre escritores y escrituras” es un libro de fácil lectura pero de compleja construcción; se reconoce inobjetablemente su alto grado de elaboración lingüística.

En este libro se ve concentrada la Literatura como Ciencia que tiene por objeto la belleza expresada por medio de los recursos, el vocabulario y las técnicas.

Su autor Antonio Las Heras merece un panegírico, un elogio a su razón creadora por esa carnadura creativa que lo invade. El texto reúne una suerte de ensayos atravesados por el tema de la espiritualidad relacionada con el esoterismo; en suma con lo fenomenológico.

La pluma espartana de Antonio Las Heras exhibe sin ambages una conjunción de aspectos léxicos, semánticos, etimológico y estilístico con la naturalidad de su estilo dotado de mérito.

Libro nutrido de sabiduría plasmada en un lenguaje común al lector plural que, enfrascado en su lectura, no puede desertar hasta la última frase, como esa “Don Segundo Sombra”: “centrando mi voluntad en la ejecución de los pequeños hechos di vuelta mi caballo y me fui para las casas, me fui como quien se desangra”.

De igual modo se da, además la conjunción mencionada, la del tema de la espiritualidad, el esoterismo y por añadidura la masonería y sus acólitos más emblemáticos.

Antonio Las Heras acomete triunfante lo extraliterario vinculado a lo literario y en virtud de eso, en inicio, aborda a Ricardo Güiraldes.

Con enjundia, al trasluz de “El Sendero”, descubre que el autor deja su postrer testimonio de que la Literatura ha sido la realidad justificante de su evolución espiritual, como vemos que sucede en el canto primero de la Divina Comedia de Dante Alighieri. Las búsquedas espirituales es el disparador que dilucida el sentido de “otros escritos sobre escritores y escrituras”; de esos artífices del ejercicio escriturario regido por la razón critica en la búsqueda de la verdad de la existencia de Dios, y la existencia de Dios – subraya Las Heras – es uno de los principios de la Orden Masónica a la que adhirieron Leopoldo Lugones, Sarmiento, San Martin, Derqui, entre otros.

El autor de este libro induce al lector para que se interne en la interior del personaje y lo logra adoptando una actitud editorialista (cuenta lo que pasa) para a continuación profundizar en el culto del esoterismo – en Lugones principalmente – la Alquimia y la Masonería, que definen el perfil oculto de esos celebérrimos escritores.

Como ejemplo señalo que a renglón seguido revela el aura maravillosa de Manuel Mujica Láinez, que todavía se conserva en la casa de donde vivió una porción de su vida y murió, llamada “El Paraíso”; allí el autor de Bomarzo y Misteriosa Buenos Aires dejó su impronta.

De modo semejante revela el esoterismo de Leopoldo Lugones, que potencia a la Orden Masónica como una filosofía de vida nacida para servir a la humanidad y no para servirse a ella; argumenta el lector.

En esa seguidilla de tema espiritual personalizado aparece Gustavo Adolfo Bécquer (malogrado por la muerte a los 34 años) a quien define como un poseso del amor sublime idealizado en la mujer, como Dante lo hace con Beatriz.

Otro tema que concita interés es el del Héroe Solar que magistralmente lo ubica en Martin Fierro y en Martin de “Sobre héroes y tumbas”, de Ernesto Sábato.

“Las búsquedas espirituales…” es un libro que informa, instruye y provoca placer estético, el denominado goce intelectual dado por la buena literatura, abriendo puertas, como esas mil puertas que señala Vicente Huidobro al definir a la poesía creacionista, esa poesía de la vanguardia que se sustenta en el inolvidable Juan-Jacobo Bajarlía, quien integra el grupo canónico.

Libro que exige una lectura atenta a modo de investigación, escrita con ese notable discurso de rapsoda griego que (en la epopeya) recuerda lo que debe ser recordado.

Su capacidad de síntesis (el autor ubica en un máximo del pensamientos un mínimo de palabras), en consecuencia suscitadora, permite justipreciarlo. Por eso felicito a Antonio Las Heras y le digo: conociendo la leña que da mejor fuego, que su libro se impone con la fuerza de una atropellada campo afuera.