Por Antonio Las Heras.
Entendemos que, para una completa concepción de lo humano, debe atenderse a una estructura cuaternaria – o cuaternario propiamente dicho – y es lo que nos proponemos explicar a continuación. Como se apreciará, hemos introducido un factor que no suele tenerse en cuenta: lo parapsicológico. Pues bien, a nuestro juicio, el factor parapsicológico es constitutivo y esencial en lo que hace a la definición de persona humana.
El cuaternario es un modelo que hemos construido como explicación de la realidad de la estructura ontológica humana, incluyendo en su tectónica una dimensión capaz de dar cuenta de los procesos y fenómenos del campo de experiencia parapsicológica. Es más, surge como respuesta para poder dar cuenta de ellos.
Como modelo ordena un conjunto de hechos de diversa naturaleza n un esquema coherente que, bajo la forma de sistema, permite deducir las leyes de composición que gobiernan u funcionamiento hipocrático. Pero también como modelo es una lectura posible de la compleja realidad humana a la cual conceptualiza. Por lo tanto nuestro cuaternario es un sistema conceptual que no tiene más que aquella del propio discurso que lo produce. No hay que buscarla materialidad que lo sustenta en otra parte. Es una axiomática formal del orden de la ecuación.
Este cuaternario, en tanta ecuación, se puede representar topológicamente por un cierto grafico que exprese la propiedad borroméa; es decir, que la falta de desnudamiento de un término del grafico produce la desarticulación del conjunto del sistema. En otras palabras: la falta de alguna sub- estructura mocha al ser humano en su ser persona.
La estructura cuaternaria se integra mediante la interestructuración de cuatro sub- estructuras, que son: la biológica, la psíquica, la parapsicológica y la socio-cultural. Todas definen espacios de configuración específicos que mantienen entre si relaciones de solidaridad dinámica. Así, por ejemplo, lo psíquico es para lo parapsicológico un aparato traductor en representaciones del movimiento de realización que efectúa el potencial para psíquico al que definimos como una forma de energía particular y diferentes a todas las restantes por poseer cualidades que le son propias excluyentes.
Ahora bien, cada uno de estos espacios puede ser descripto en términos de los tres registros: real-imaginario – simbólico, de tal modo que habría en la estructura total un real psíquico, un real biológico, un real cultural y un real parapsicológico y así con los dos registros restantes. La función que mantiene la unidad de la persona en la función simbólica.
Los puntos de cuaternidad, es decir los puntos dos o más órdenes se cruzan, indican sus relaciones, de complementariedad; pero también sus campos de especificidad. Que la función simbólica sea la función de anudamiento no es de extrañar ya que es ella la que hace a la persona lo que esta es, en tanto la constituye como sujetada y sometida al lenguaje.
Por lo tanto, si la persona no es comprometida en esta cuaternidad nos hallamos frente a un humano cuya comprensión esta mutilada. Con tres de estas estructuras (biológica o soma, psíquica y potencial parapsicológico) el humano es un individuo. Estas tres incluidas o en relación con el orden sociocultural, lo torna persona. Esta es la oposición que retomando los planteos estructurales desarrollados en nuestra tesis, sostuvieron entre naturaleza y cultura. De tal modo que un humano preformado en un destino simbólico (cultural), pero este mismo destino articula por medio de la cultura imposiciones que limitan la realización libre y plena de la naturaleza. Que en el grafico el anillo sociocultural este rodeando los otros tres, quiere significar – justamente – que establece con ellos (y, también sobre ellos) un muro de contención a su emergencia).
GRAFICO N° 1
Las cuatro estructuras que conforman a la persona
Estructura socio cultural
GRAFICO n° 2
Bisagra con lo cultural
Bisagra con lo somático
Bisagra con lo parapsicológico
GRAFICO N° 3