Por Antonio Las Heras

       Comencemos por el análisis etimológico del término Parapsicología. El prefijo griego “para” significa “al lado”, por lo que podría entenderse a la Parapsicología como algo que está “al lado” de la Psicología. Esto es válido – visto desde cierto aspecto – porque los fenómenos parapsicológicos no son sucesos procedentes del “más allá” ni originados por una fuerza misteriosa: los produce la persona humana y son parte de su constitución misma. Pero, ¿por qué “al lado”? debido a que se trata de acontecimientos poco habituales que no están originados por lo psicológico sino por un factor distinto, diferente.

       Según el Documento de Buenos Aires, emitido por el Primer Congreso Argentino de Parapsicología, realizado del 4 al 6 de setiembre de 1981 – que tuve el honor de ser elegido para presidir – decimos que Parapsicología es aquella ciencia (o disciplina humanística) que tiene por objeto de estudio al factor por medio de los cuales nos comunicamos sin intervención de los cinco sentidos y actuamos en el mundo exterior sin intervención de la fuerza muscular

Por lo tanto, la Parapsicología tiene un objeto de estudio que es propio y particular: el factor que causa los fenómenos llamados parapsicológicos. Aunque la Parapsicología se halla – hoy, ya adentrados en el Siglo XXI – reconocida por sus características científicas en buena parte del mundo académico científico, hay quienes suelen seguir prejuzgando que lo parapsicológico es algo que carece de predictibilidad que permitan el enunciado de leyes con las cuales discernir con la mayor exactitud posible los hechos de ésta naturaleza. Esto es falso. Tanto es así que ya desde 1930 conocemos que en un laboratorio de Parapsicología es posible determinar si una persona – en un momento y con variables intervinientes determinadas – tiene actividad clarividente, precognitiva o telepática. También es posible determinar mediante la experimentación en laboratorio la producción de fenómenos psikinéticos. Llamase así a la acción del factor parapsicológico sobre la materia incluyendo objetivos orgánicos.

Todos, en nuestras vidas, hemos tenido en algún momento, algún fenómeno parapsicológico. El más común – estudiado desde la Parapsicología, la Psicología y la Psiquiatría – es el “deja vu” o “ya visto”: sensación que se produce al entrar a un lugar y afirmar que ya se ha estado allí.

La cuestión parapsicológica estuvo siempre presente en las personas desde los comienzos de la Humanidad. Lógicamente cuando el Ser humano se encontraba desnudo – de ropa y de entendimiento – frente a la Naturaleza, solía atribuir todo al “más allá”. Los primeros humanos se encontraron en muchas ocasiones con acontecimientos parapsicológicos otorgándoles explicaciones mágicas. No podían explicarlo de otra manera.

Aunque la Parapsicología es una rama reciente de la Ciencia, se hace simple rastrear la presencia de su fenomenología en todas las culturas antiguas. ¿Por qué se demoró tanto en aceptar que se trata de acontecimientos provocados por los humanos mismos? Seguramente, por el tradicional temor a lo desconocido, el temor al cambio. En particular, si ese cambio procede de nosotros mismos. Es mucho más sencillo encarar el estudio de los planetas que componen el Sistema Solar que decidirse a conocer, definitivamente, las esencias íntimas que nos constituyen como humanos.

Decíamos que existen indicios de actividades parapsicológicas en todas las culturas antiguas. Basta mencionar los oráculos (el dedicado al dios Apolo en la localidad de Delfos paso a la fama a través del tiempo, más allá del conocimiento que cualquiera tenga sobre cultura griega) y en Oriente las Escuelas de Sabiduría de entre las cuales hemos de recordar la del Templo de Sais (Egipto) de dónde se obtuvo el conocimiento de la existencia de la Atlántida.

El hombre antiguo vivía intensamente lo mágico. Advertía la existencia de fenómenos que lo superaban y no lograba entender, pero los incorporaba a su cultura. No los negaba mas le atribuía el origen que a él le resultaba posible. Por ello ponía las causas en entidades extrahumanas.

La vivencia mágica fue parte común en la vida de aquellas culturas hoy extinguidas. Tal vez, no los comprendieron, pero – con notable lucidez – aceptaron lo que era imposible negar.

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, Actual presidente de la Asociación Argentina de Parapsicología. e mail: alasheras@hotmail.com