Los fenómenos parapsicológicos

Por Antonio Las Heras

Tanto la levitación, como todos los fenómenos la psikinéticos son fenómenos parapsicológicos objetivos, dado que pueden ser observados por terceros, fotografiados y filmados. Afectan al medio ambiente. Se manifiestan fuera de quien los produce. Por lo tanto son susceptibles de ser analizados en el laboratorio, aún después de haber concluido el hecho, toda vez que ha quedado la película rodada y los instrumentos de medición proporcionado datos al respecto.

Sin embargo, antes de introducirnos en la explicación de los mecanismos que rigen estos fenómenos producto de la psique, habremos de detenernos en la definición de cada hecho en sí. Mal podemos hablar sobre una situación cuyas características desconocemos.

Levitación: posibilidad que tiene un individuo de elevarse y quedar más arriba del nivel del suelo, sin que nada visible al ojo desnudo lo esté sosteniendo. Puede ser usado como sinónimo la palabra etrobacia. Este término se ajusta más a las exigencias de la metodología científica, por ser más preciso. Levitación es una expresión que proviene de la deformación de levantar. Motivo por el cual hay quienes cometen el error de utilizarla como sinónimo de telekinesis. Pero no debe hacerse así. Levitación o etrobacia son palabras utilizadas exclusivamente para designar aquel fenómeno parapsicológico por el cual una persona se eleva perdiendo todo contacto aparente con el suelo.

Etrobacia nos ofrece, etimológicamente hablando, dicha idea. Es de raíces griegas. Etro procede del término aithér que significa aire puro. Mientras que bacia es una deformación de baino que traducimos del griego en el sentido de caminar. De lo que se desprende que etrobacia implica hablar de algo que camina por el aire puro, o lo que es lo mismo se mueve por la atmósfera y aún

desplazarse por el aire. Que es, justamente, lo que más se aproxima el fenómeno que, vulgarmente, llamamos levitación.

Así, podemos definir etrobacia como la elevación del cuerpo humano del dotado sin contacto visible de fuerza, mediante el uso de una facultad parapsicológica.

Pasemos, ahora, a las definiciones de telekinesis y de psicokinesis, términos comúnmente muy confundidos.

Telekinesis (también se usa, y es igualmente correcto, la grafía telequinesis y otra telecinesis) Etimológicamente procede también de todos palabras griegas. El prefijo tele indica distancia. Puede traducirse como lejos y kinesis es movimiento. Una definición aconsejable de este fenómeno parapsicológico es la siguiente: Aplícase a aquellos casos en que una persona mueve o desplaza uno o más objetos que se encuentran en reposo (quietos, detenidos, inmóviles) sin haber hecho uso de ninguna fuerza visible a ojo desnudo, ni de su cuerpo físico.

En todo fenómeno de telekinesis el objeto afectado parece moverse sin que cosa alguna o persona lo esté tocando o afectándolo de manera tal que ese desplazamiento tenga causa originada en el mundo de los cinco sentidos normales.

Héctor V. Morel y José Dalí Moral presentan en su Diccionario de Parapsicología (Editorial Kier, 1976) una definición valiosa. La trascribimos. “L acción de la mente sobre la materia, que permite el desplazamiento de ésta, sin contacto visible de fuerza”. Aquí, como vemos, ya se adelanta, en la misma definición, la causa del movimiento extraño: acción psíquica.

La psikinesis (es igualmente correcto escribir psicocinesis o psicoquinesis) es el fenómeno parapsicológico por el cual el dotado afecta a sistemas en movimiento. Es decir, interrumpe el normal recorrido de algún objeto.

Etimológicamente, psicokinesis procede de la unión de dos términos griegos. Psiché, alma y kinesis que según explicamos párrafos antes, es “movimiento”. Sin embargo no debe interpretarse esto como que estamos diciendo que se

trata de movimientos realizados por el Alma. Simplemente ocurre que utilizamos el término psyché o psiquis en sentido de totalidad de las potencialidades humanas inmateriales, como lo hace la Psicología.

Es interesante destacar que el término psicokinesis fue acuñado y utilizado por primera vez por el pionero de la parapsicología doctor Joseph B. Rhine. Corresponde, en inglés, a la expresión psychokinesis que es muy común hallar en textos de autores sajones escrita con la abreviatura PK. Estos suelen utilizarlo genéricamente para designar a todos los hechos parapsicológicos donde hay movimiento de objetos. Tanto pata la etrobacia, como para la telekinesis y psicokinesis. Nosotros no consideramos conveniente tal generalización.

DOS EJEMPLOS

En busca de aclarar suficientemente lo expresado damos a continuación un par de ejemplos donde queda bien diferenciada la telekinesis de la psicokinesis.

TELEKINESIS: El dotado mueve, sin más energía que la parapsicológica, un cenicero que se encuentra a siete metros del lugar donde él está sentado. Lo lleva de la mesita en que estaba hasta una alfombra sobre el suelo. En ningún momento lo ha tocado. Ni él, ni ninguna persona. Los testigos observan el hecho. Otros lo filman y fotografían con película infrarroja. Esta habrá de develar el misterio, según veremos después.

PSICOKINESIS: Una pelotita de ping pong está cayendo verticalmente. El dotado se concentra y hace que la esferita plástica altere su rumbo hasta que comienza a trasladarse horizontalmente por espacio de algunos metros, luego de lo cual continúa con la caída lógica hacia el suelo.

En este caso se operó un fenómeno de psicokinesis y no de telekinesis, puesto que si bien el dotado movió a un objeto, éste ya se hallaba desplazándose. Tenía movimiento propio al comienzo del fenómeno parapsicológico. Ese movimiento previo fue interferido por la energía psíquica del dotado. Allí se encuentra el elemento distintivo y fundamental para poder diferenciar telekinesis de psicokinesis.

CAMINAR POR EL AIRE…

Existen abundantes casos de etrobacia. Particularmente suceden en los templos y monasterios de las más diversas religiones. En el pasado eran más comunes. Ocurre que aquella persona que se encuentra ocupada por los asuntos del espíritu, olvidando a la carne, al cabo de un tiempo comienza a producir -sin proponérselo- fenómenos parapsicológicos. Hay algo así como una predisposición innata que hace que cada persona se especialize en la producción de tales o cuales hechos parapsicológicos en particular y en detrimento de los restantes. Así, unos son clarividentes, otros son telekinéticos… y otros levitadores. Por dar tres ejemplos susceptibles de ampliación.

Estos no son provocados a voluntad, por supuesto, sino que ocurren espontáneamente, mientras el sujeto se halla en meditación profunda o hace horas (tal vez días) que se encuentra en su celda entregado a la meditación.

Conocemos, igualmente, unos poquísimos casos de personas que sin ser religiosos, ni monjas o practicar intensamente la meditación o el rezo, sin embargo, lograban, de cuando en cuando, levitar, inclusive en sitios con mucho público. Es el caso de Collin Evans, quien fue fotografiado en el año 1938 cuando en una reunión preparada a tal efecto y frente a un centenar de personas se lo fotografió levitando a tres metros de altura sobre el nivel del suelo de la sala.

Entre los religiosos tenemos el caso de San Pedro de Alcántara. Compte dice: La levitación fue el fenómeno más notable en la vida de San Pedro de Alcántara, que permanecía días enteros suspendido en el espacio, absorto en la contemplación, o sobrevolando por encima de la capilla conventual.

¿Cómo se explica un fenómeno así? Pues resulta evidente que este hombre había llegado al éxtasis, el estado de santidad, y así, tras un tiempo de meditación y oración, se desprendía de sus limitaciones racionales, provocadas por la existencia de la conciencia (a la que imaginariamente situamos en la corteza cerebral) abriendo su Ser al mundo oculto, apenas atisbado por la mayoría, de las estructuras inconscientes que ocupan buena parte de la psique

humana. Atravesando el inconsciente personal (formado principalmente por los contenidos que alguna vez fueron conscientes pero que el individuo ha ido reprimiendo) toda la energía ancestral del inconsciente colectivo, con sus arquetipos y estructuras milenarias procedentes de los más remotos tiempos del hombre, se adueña, por así decirlo, del cuerpo de San Pedro Alcántara quien perdía casi todas las necesidades de un hombre mortal. Seguramente seguía respirando, cuando levitaba, aunque mucho menos que lo habitual y su pulso se hacían casi imperceptible. Las funciones orgánicas quedaban al mínimo. Abriéndose, poderosos, los estratos generalmente ocultos de la psique. Aquellos que generan y producen a los fenómenos parapsicológicos. No necesitaba, entonces, alimentarse. Ni tenía hambres mundanos. Todas sus exigencias quedaban reducidas y limitadas a la meditación, a la oración, a través de las cuales obtenía ese estado que vulgarmente podríamos denominar de trance pero que llamaremos de paragnosia (conocimiento parapsicológico) buscando ser precisos.

San Pedro de Alcántara, a través de la etocrobacia, quedaba tocando el cielo raso de esa celda en la que vivía recluido o, en caso de sucederle cuando meditaba en los jardines de la capilla, sobrevolaba el campanario. Así permanecía por espacio de horas… y hasta días enteros. Sin que lo afectaran frío o lluvia. O el hambre. O las necesidades fisiológicas. En ese estado de paragnosia, logrando mediante la purificación de su existencia a través de una vida austera y de meditación, podía quedar en condiciones suficientes para desprenderse de aquellas ocupaciones que hacen al mundo de la carne, rigiéndose y valiéndose únicamente de la potencialidad parapsicológica. Que otros denominan divina. Cosa que no es desacertada. Seguramente el toque de la Divinidad que hay en cada Ser Humano, lo que nos une a la Creación, está dado por poseer todos nosotros una energía que nos permite realizar proezas asombrosas siempre y cuando nos preparemos para quedar en condiciones de utilizarlas. O que ellas nos utilicen…

MECANISMOS QUE RIGEN A ESTOS FENOMENOS

Los temas que estamos tocando provocaron, a principios de siglo y hasta 1950 aproximadamente, una enérgica resistencia por parte de la ciencia ortodoxa a

aceptar los fenómenos parapsicológicos. ¿Cómo aceptar que es posible la levitación?, decían los más radicalizados científicos. Agregando: Esto significa que se está violando la Ley de la Gravedad. Y seguían: Qué una persona pueda realizar lo que solamente es posible para ciertas máquinas! Un individuo flota en el aire, ¿qué lo sostiene? La nada, al parecer. Según se ve no existe vínculo entre el levitado y los objetos cercanos o el suelo, o el techo… ¡Eso es imposible!, terminaban manifestando enfáticamente los escépticos. Pero, finalmente, gracias a pacientes investigaciones, se encontró la respuesta adecuada. A ello vamos…

Todo el proceso de una etrobacia o de una telequinesis fue fotografiado y filmado una y otra vez. Diversos laboratorios de parapsicología -entre los que merece destacarse el del Instituto de Parapsicología, de Bonn, Alemania- se ocuparon minuciosamente de dejar grabados todos los pasos de estos fenómenos objetivos. Así, mediante la fotografía infrarroja pudo encontrarse la prueba definitiva de que ni en la levitación, ni en la telekinesis y por ende tampoco en la psicokinesis, existe violación alguna de los principios sostenidos por la Física clásica.

Porque, mediante instrumentos de registro y sistemas de balanza se comprobó lo siguiente:

1º) En todos los casos de etrobacia, el dotado emite un brazo invisible (pseudópodo), que el ojo humano no está capacitado para ver; pero que se hace notorio al filmar el proceso con fotografía infrarroja. Porque la energía despedida se hace sensible a este tipo de película. El pseudópodo haciendo palanca sobre el suelo (o sobre otra región igualmente conveniente del sitio donde se está produciendo la levitación) permite a la persona elevarse sobre el aire. No hay, entonces, quebrantamiento de ley física alguna, ya que ese brazo invisible actúa de manera tal que ejerce una fuerza superior y de sentido contrario a la de la gravedad terrestre permitiendo a ese cuerpo elevarse hasta varios metros sobre el nivel del suelo.

El fenómeno de etrobacia se rige, asimismo, por las leyes de economía energética. Ya que, según se ha comprobado, el pseudópodo habrá de adherirse a aquello que se encuentra en el lugar más conveniente para levantar

el cuerpo del dotado con el menor esfuerzo. Es decir con el gasto más pequeño posible de energía.

Este brazo invisible está constituido por energía psíquica la que, en caso de hacerse visible para el ojo humano, pasa a denominarse ectoplasma. Tema del que hablaremos en otro ensayo.

El ectoplasma es energía parapsicológica condensada. Por ello se torna visible, aparentando ser una sustancia viscosa y blancuzca. A veces filamentosa.

La energía psíquica que conforma el pseudópodo es, justamente, la que procede de los estratos más profundos del inconsciente y que rige a todos los fenómenos parapsicológicos.

2º) En experiencias de telekinesis se demostró que el dotado mueve el objeto en cuestión debido a que la energía psíquica también se dirige hacia el objeto comportándose como un falso brazo o pseudópodo. Es, igualmente, invisible. Se desplaza intencionalmente, ya que su propósito es es cumplir una tarea previamente establecida. Por ejemplo: cambiar un libro de sitio. (Generalmente los fenómenos de tele y psicokinesis se producen con objetos pequeños ya que el hacerlo con otros mayores implica el uso de cantidades de energía que seguramente ningún dotado de Occidente está en condiciones de manejar)

El pseudópodo, en los casos de tele y psicokinesis, agarra al objeto deseado, lo traslada, lo dobla o lo rompe según se quiera. (Esto último es el caso clásico del dotado que dobla cucharitas o tuerce una llave sin más que concentrase en ella). El mecanismo en estas ocasiones es el siguiente: el pseudópodo, cual una mano invisible, opera sobre el objeto produciendo una tensión hasta logar doblar o romper a la cosa.

3º) Tratándose de telekinesis sobre objetos más pesados (una silla, por ejemplo, que no excede los límites de posibilidad antes mencionados) es conveniente sentar al sujeto-dotado sobre una báscula, entonces, cuando empieza a mover a la pieza en cuestión, el fiel de la balanza acusará un aumento de peso. Es que, a través del sistema de palanca creado por el

pseudópodo, el dotado está levantando al objeto con la consiguiente modificación en la lectura de la báscula. Porque sucede que, en ese instante, el aparato está midiendo no sólo el peso del cuerpo del sujeto-dotado, sino también el del objeto levantado mediante el pseudópodo que el dotado emitió.

Esta sencilla experiencia permite determinar fehacientemente, más allá de fotografías y filmes, que al producirse la telekinesis hay un vínculo efectivo de unión entre la persona que hace la experiencia y el objeto desplazado.

Estas experiencias de laboratorio sirvieron para dar el aval mínimo necesario que la Parapsicología, en tanto disciplina científica, necesitaba para proceder en sus demostraciones de acuerdo con el método científico.