Por Antonio Las Heras

– I –

El hecho parapsicológico tiene lugar a causa de la irrupción de un contenido arquetípico en la conciencia. Quien se encuentra atado a un riguroso racionalismo, quien se ajusta a la lógica racional, no manifestará dotes extrasensóreas. Cualquier barrera que impida la acción simbólica anulará, asimismo, la llegada a la conciencia y de allí al mundo exterior del efecto de la potencialidad parapsicológica.

No es, por esto, extraño que los místicos, las personas sencillas (los obreros, los campesinos) y los niños, manifiesten con mayor facilidad estos fenómenos. Cuanto más se está atado al carro de la causalidad, menos fenomenología parapsicológica se presenta.

Los místicos quedan imbuidos de un pensamiento simbólico. Se alejan del mundo de los cinco sentidos para penetrar en el ser interior: el reino de los otros sentidos. Los parasentidos. Eso permite que, espontáneamente, les sucedan, uno tras otro, hechos parapsicológicos.

Las personas sencillas, no adoctrinadas en la legendaria mitología de que lo único real es la razón y la lógica también suelen presentar dotes de esta índole. Pues no se han propuesto, consciente o inconscientemente, rechazar aquello que, de acuerdo a nuestros conocimientos actuales parece imposible.

Los niños – especialmente durante los primeros años de vida – son proclives a producir este tipo de hechos. ¿Por qué? Los motivos son dos:

1) Aún no colocan a la razón preponderantemente por encima de la intuición. Por lo tanto actúan permitiéndose todas las posibilidades que hacen a la esencia humana. Fundamentalmente el niño se maneja con la intuición.

2) Está a escaso tiempo de su vida intrauterina. En aquellos días, cuando vivía alimentado por su madre en lo que hace a las necesidades fisiológicas, su único psiquismo activo era el del inconsciente colectivo.

Portador de la memoria ancestral. Estrato último de la psique, llave del factor parapsicológico. Justamente el que queda más cubierto durante la vida del individuo. Primero lo cubre lo consciente -con su máscara- y después hace de fuerza tapón -intermediaria- el inconsciente personal. ¡Una gran distancia separa el resorte de lo parapsicológico de su aparición en lo consciente!

Durante el tiempo fetal la actividad psíquica es, únicamente, parapsicológica. El inconsciente colectivo impera. Coincidimos con Arnaldo Rascovsky en que la fenomenología parapsicológica surge cuando se produce en la persona una regresión fetal. Basta con un ejemplo: la mayoría de los casos espontáneos de clarividencia, telepatía y precognición en personas no dotadas -generalmente casos de gente donde predomina lo racional- ocurren cuando se trata de muertes o accidentes.

¿Qué significa esto? Significa que cuando en la persona su integridad corre peligro, utiliza como mecanismo de defensa a la regresión fetal. Esto termina con cualquier barrera racional, pues retrotrae al psiquismo al tiempo en que no tenía consciencia ni material reprimido. Así se abre una brecha en el inconsciente personal (el mundo de lo reprimido) permitiendo la irrupción arquetípica con su terrible potencial energético que es el sostén del andamiaje parapsicológico.

El niño, cuando sus demás estratos psíquicos recién están activándose, mantiene intensa su fenomenología parapsicológica, reducida sólo por el trauma de nacimiento. Pero aún esto es solucionable. Si la criatura nace adecuadamente, tal como la Naturaleza lo indica y no con medios artificiales o erróneos, el trauma de nacimiento se reduce hasta, casi, desaparecer. O desaparece por entero. De esa manera el nuevo ser llega al mundo sin ver disminuida, prácticamente, su potencialidad parapsicológica. ¿Pero por qué no sucede esto sino con unos pocos? La causa es simple: no nos permitimos desarrollar las condiciones para que ello ocurra.

También, en principio, todos los seres humanos podemos ser verdaderos creadores y aportar elementos novedosos para el bienestar y recreación de la Humanidad. Pero sólo unos pocos hacen esto. ¿Por qué? La razón es la misma. Creatividad y actividad parapsicológica son distintos aspectos de una misma provocación: la irrupción arquetípica en la conciencia. Y – atención – que cuando aquí utilizamos la palabra creatividad no lo hacemos como sinónimo de deducción, sino en su primitivo y más claro sentido. El divino. Queremos decir: obtener de la nada. Un artista que llena el lienzo blanco con insospechadas formas, que asombra a los otros. Un científico que rompe con los esquemas preestablecidos demostrando que las cosas son diferente. ¡Esto es creación!

Cada persona está movida por dos máquinas: la razón y la intuición. Desoir a una de ellas es falta de armonía. Desoir a la intuición produce la fosilización de la máscara y obliga a una vida de rigideces, oscura, gris, sin creación posible. Obliga a la medianía definitiva. Hace que el ser humano deje de ser un “homo” para convertirse en un “vegetal”. Desoir a la razón produce la enfermedad mental. La enfermedad mental grave. No es camino de la neurosis, propia de quien no escucha a sus voces interiores, a la intuición. Es -en cambio- sí el camino más breve para llegar al hospicio. Sin la actividad racional la persona no alcanza a distinguir las fronteras, desoye al mundo en que vive – la Tierra – y se transforma en un desarraigado. Tal desarraigo conduce a la psicosis.

Ninguno de éstos es el camino correcto. La diversificación es el Demonio, la unidad es el símbolo de Dios. Por eso los pitagóricos vieron en el uno la imagen del Creador.

El hombre debe tender a una armonía. No al equilibrio. Equilibrio – término que procede del latín y significa “nada en demasía” – es el sinónimo de la inmovilidad, de la muerte, de lo vegetal, puesto que el ser humano no ha nacido para ser inmóvil sino un ser de acción. El equilibrio

es la muerte. Por lo tanto tampoco es ese el estado adecuado. Lo que debemos obtener es armonía. La síntesis de opuestos. La individuación hacia la que tendía Jung en su labor psicoterapeútica. La armonización que permita la actividad del inconsciente colectivo en una persona cuya conciencia no está dominada por los arquetipos, sino apuntalada por éstos. Un individuo razonablemente intuitivo es el que más cerca está para conseguir que su potencialidad parapsicológica lo ayude a realizar una vida mejor, más amplia, donde las posibilidades que la Naturaleza entrega sean utilizadas en mayor medida; ya que no es fácil hacerlo en su totalidad.

Cuando una persona tiene miedo, elimina sus barreras racionales. No importa cuán “cerebral” sea su manera habitual de actuar. Si hay peligro de muerte, pensará de otra manera. Después dirá: “Ni sé cómo pude hacer tal cosa…” Está asombrado porque saltó una tapia de cinco metros de altura cuando un perro feroz lo perseguía. O será una madre que, apara salvar a su hijo, sostuvo un pesado objeto que – en otras condiciones – la hubiera aplastado irremediablemente. Qué es eso que convierte – por un momento – a una persona vulgar en superdotada? Simple y sencillamente: la autoeliminación de sus limitaciones artificiales originadas en difundidos conceptos erróneos transformados en supuestas verdades irrefutables.

De la misma manera que se pierde un temor determinado ante una situación insostenible que obliga a actuar, la potencialidad parapsicológica funciona cuando la persona admite – sin darse cuenta – que ya no le queda otra salida. O la intervención de “lo mágico” o la desaparición… su destrucción como ser. Entonces, esa persona, olvida “lo aprendido” y apela a sus posibilidades innatas. Apela a las inscripciones arquetípicas. El resultado: una actividad parapsicológica. Clarividencias, precogniciones, ectoplasmías, psikinesis, telepatía.

De todo esto es buen ejemplo el fenómeno parapsicológico denominado “poltergeist”. Siempre que, repentinamente, comienzan a sucederse

misteriosos disturbios en una casa (ruidos extraños, objetos que se desplazan o rompen sin que nadie los toque, otros que saltan por el aire, etc.) resulta que hay en ella por lo menos un adolescente con problemas psíquicos. ¡Qué mejor manera de pedir auxilio, de solicitar un poco de atención! Y, lo más destacable, suele tratarse de adolescentes con problemas familiares. Padres con perturbaciones de conducta que se llevan mal o ignoran las necesidades del hijo sistemáticamente.

Podría argumentarse: ¡existen millones de matrimonios en esas condiciones y ni siquiera una ínfima parte de sus hijos produce estos hechos parapsicológicos! Es cierto. Pero nos preguntamos: ¿Cuántos niños llegan a la adolescencia con sus funciones parapsicológicas predispuestas a entrar en actividad? Pocos. Casi ninguno…

– II –

La comunicación y el conocimiento mediante lo parapsicológico es el lenguaje perdido

Quedó atrofiado, allá, cuando la humanidad pasó de su etapa trashumante a la sedentaria. Nómade debía – exigido por las circunstancias – comunicarse a la distancia con los escasos miembros de su grupo. Ahora, sedentario, crecidas las barreras conscientes, engrosado el inconsciente personal, resultó más cómodo, rápido y preciso comunicarse con el lenguaje de los gestos y el oral. Y digo aquí rápido en el sentido de que estas formas de lenguaje se desarrollaron por completo en escaso tiempo. Unos años, acaso algunos siglos. No más. En cambio el mundo de lo extrasensorial es un camino de continuas exigencias, muy extenso, extensísimo, para conseguir exiguos progresos que, de cualquier modo, con el tiempo, hubieran llevado a resultados más importantes que la comunicación convencional.

¿Quién habría pensado en la artificial comunicación inalámbrica de haberse desarrollado la telepatía?

Pero, en fin, los hechos determinaron que de las dos posibilidades, fueran los lenguajes gestuales, orales y, finalmente, la escritura – en ese orden – los que se desarrollaron e impusieran ampliamente. Dejando para los místicos y los dotados el universo extrasensorial.

La fenomenología parapsicológica tiene lugar cuando se produce una irrupción arquetípica. Cuando el ser es feto aún, su psique tiene sólo tiene en actividad plena lo inconsciente colectivo. Entonces su forma de comunicación es la parapsicológica.

El diálogo que denominamos telepatía así como el conocer cosas sin hacer uso de los cinco sentidos, bautizado clarividencia, son las formas de comunicación y aprendizaje humanas por excelencia.

El lenguaje es el resultado de una convención artificiosa debida al relegamiento del potencial parapsicológico. De allí que existan distintos idiomas. Pero, sin embargo, la idea de un objeto es la misma en la psique de un beduino que de un esquimal.

Mientras se es feto la comunicación es parapsicológica. Cuando comienza la vida en sociedad esa potencialidad disminuye, hasta desaparecer prácticamente.

Podríamos preguntarnos: Si la telepatía es la forma de comunicación natural por excelencia, ¿cuál es la causa por la que no la utilizan los animales? Podríamos convenir que hay en ellos un rudimento de fenomenología parapsicológica. Pero esto es discutible. No hay controversia – en cambio – en que muchas especies animales se comunican utilizando un lenguaje sonoro. Esto es natural de animales. Pero el ser humano tiene posibilidades mayores, Sur cuerdas vocales están para el desarrollo del canto, de lo musical, del entretenimiento lúdico, del goce estético. No para la comunicación entre individuos. Sí para la transmisión de lo artístico, como puede ser la interpretación de una canción.

Las cuerdas vocales en el ser humano son resabio de toda su ancestralidad animal. Y se han desarrollado un poco más a raíz del esfuerzo y empeño por la especie para utilizarlas contrariando el plan de la Naturaleza. Ha en nosotros

una estructura psíquica que nos permite acciones muy diferentes a las de los animales. Así como somos capaces de adicionar cultura y abstraer, simbolizar y erguirnos por sobre las demás sociedades animales, podemos – también – comunicarnos telepáticamente.

¿Cómo surgió esto en nosotros?

Si aparece, en la actualidad, junto con una irrupción arquetípica hay que suponer que la potencialidad parapsicológica está instalada desde tiempos muy antiguos.

¿Cuándo? Podemos realizar deducciones:

1 – No puede tratarse del momento en que fuimos homínidos, pues en esa instancia animal aún no contábamos con suficiente desarrollo para esto. Ya dijimos: la comunicación de los animales superiores no humanos se realiza mediante la articulación de un lenguaje sonoro. La forma de comunicación humana, exclusiva y por excelencia es, en cambio, la extrasensorial.

2 – No puede haber surgido en la etapa histórica, pues ya se utilizaba la escritura y estaba edificada la convención lingüística.

3 – El factor parapsicológico de uso cotidiano tiene lugar – intensamente – en el ser prehistórico y nómade. Su cerebro ha crecido. Pero aún la psique no tiene estratificaciones precisas, si las hubiera. El inconsciente colectivo, sin embargo, ya está presente. Pues es la memoria de la especie y de la vida misma.

El hombre sale de cacería. La mujer y los niños quedan en las cavernas, sobre los árboles o en el sitio elegido para el momentáneo descanso. Los grupos andan de aquí para allá. ¿Cómo se comunican? Los gritos guturales resultan inútiles en las grandes distancias. Queda, como única posibilidad, la acción parapsicológica. La telepatía.

De esos días tenemos aún hoy ejemplos sugestivos. Resabios.

La madre duerme. El bebé también, en la habitación contigua. No se oyen ruidos. Todo parece estar en orden. Pero ella despierta agitada; sabe que algo

sucede con el bebito. Corre hacia él. Un peligro determinado estaba justo por suceder. ¿Cómo lo supo? ¿Quién sino el niño por telepatía se lo transmitió? En caso contrario la madre advirtió el asunto por clarividencia.

Se trata de lo que ha quedado, a través del tiempo, de aquellos días en que la humanidad se comunicaba telepáticamente. No por entretenimiento. Sí para resguardar su integridad.

El hombre prehistórico usó, habitualmente, sus facultades parapsicológicas. Quedando sus cuerdas vocales para el canto gutural, ritual. Cambió esto recién cuando se hizo sedentario. Sus necesidades cambiaron. Ya no tuvo la exigencia de separarse de su familia. Seguramente intensificó entonces un lenguaje de gestos. Después los gritos resultaron más fáciles que el empleo de la telepatía.

A pesar de los millones de años transcurridos desde su aparición sobre la faz terrena, cuando el humano se hace sedentario la potencialidad parapsicológica no estaba desarrollada plenamente en él. Existía, sí. Era su única forma de comunicación a distancia. Pero no más. Por este motivo pudo ser fácilmente desplazada por la lengua oral y gestual.

Seguramente la comunicación telepática se reducía a alertar sobre dificultades acontecidas en los exploradores y cazadores que estaban distantes. No siendo capaces de transmitir ideas más completas, ni diálogos como los que sostenemos verbalmente hoy.

Eso impidió la acumulación de conocimientos obtenidos parapsicológicamente ya que de haber sido amplio el uso de estas facultades, el hombre prehistórico habría podido mediante precognición, clarividencia y postcognición tener enormidad de datos provechosos para su vida cotidiana y su seguridad.

Pero las dotes extrasensoriales nunca estuvieron en él plenas. Fue una posibilidad que, por algún motivo, que nosotros atribuimos a la aparición del sedentarismo, nunca llegó a concretarse debidamente.

Alcanzó su máximo esplendor – que no fue otra cosa que un rudimento comparado con todo lo que puede brindar el fenómeno parapsicológico – durante los días del ser prehistórico y nómade.

Podría argumentarse que, de no haberse producido este cambio no hubiéramos crecido culturalmente. Pues sin lenguaje escrito no sería posible la adición de cultura. Quizá sea así. Pero, ya, nunca conoceremos si de haber continuado desarrollando la comunicación parapsicológica no hubieran surgido otras formas que permitieran la transmisión cultural. Pareciera que no las hay. En cuanto a que ninguna cultura primitiva, de las estudiadas, consiguió esto. Pero, por otro lado, no quedan – desde hace siglos – bandas verdaderamente nómades, como fueran aquellas primeras.

Por otro lado este cambio de forma de comunicación debió haber sido un proceso producido, casi, a un momento. Instantáneo. A partir de la cual ninguna otra cultura, por más primitiva que fuera, podía ya revertirlo para reivindicar lo telepático. Entiendo que el mito de Babel alude a ese cambio. De la comunicación parapsicológica a la lingüística.

– III –

Hay ciertos factores precisos y determinados que impiden en la actualidad el buen funcionamiento de los fenómenos parapsicológicos. Son los siguientes:

a) Absoluta supremacía de la razón y la lógica.

b) Minimización o ridiculización total de la intuición. Negación de ésta. Descrédito.

c) Existencia de gran cantidad de material reprimido en el inconsciente personal actuando como fuerza-tapón.

d) Imposibilidad del acceso de la actividad arquetípica a la esfera de lo consciente.

Es por esto que no nos llama la atención que en los psicóticos se produzcan con frecuencia fenómenos parapsicológicos. (2)

También es interesante advertir que la gran mayoría de los dotados tienen diagnóstico de neurosis histérica. Casos en que se cultiva el fondo místico, desalojando la supremacía de la razón y la lógica.

Visto lo precedente es fácil determinar que para intentar una recuperación de esta forma de comunicación perdida y conseguirla renovada con las posibilidades que ni siquiera tuvo en los días del ser prehistórico, deben darse las siguientes condiciones:

a) La persona debe ser armónica. Esto significa que atenderá a sus dos motores: la razón y la intuición. Dando primacía en lo que se refiere al mundo psíquico a esta última. Dejando a la razón y la lógica para el mundo externo.

b) La persona debe ser educada de manera diferente, desde su niñez. Una enseñanza que no premie al extremo racional, sino que busque esa ansiada actitud razonablemente intuitiva.

La persona armónica es capaz de recuperar esta sabiduría perdida, que está en cada uno de nosotros: aletargada. Esperando ser reflotada, vuelta a utilizar.

Mientras estemos limitados al reinado de la razón y de la lógica jamás podremos desarrollar lo parapsicológico. Y estas fenomenologías seguirán produciéndose exclusivamente cuando el individuo atraviesa situaciones límite que ponen en peligro su existencia. Justamente allí donde la necesidad extrema hace que desaparezcan todos los resortes de las represiones autoimpuestas. El “no puedo” es la clave actual de la escasez de los fenómenos parapsicológicos. En lo que se refiere a que no son sucesos habituales, ni cotidianos: Más bien hechos aislados y raros. El neurótico histérico, con su fondo místico, cree que puede. Y entonces lo logra. Igual ha sucedido con los grandes místicos. Aquellos que levitaban, pasaban semanas ayunando, superaban graves enfermedades sin prestarse a la atención médica, conociendo por clarividencia o bilocándose. No es que hayan buscado producir eso. Por el contrario, los hechos acontecieron a pesar de ellos mismos.

Porque se trata de una potencialidad que es habilitada desde la esfera inconsciente.

Estos seres – santos, tras superar la barrera autoimpuesta de la razón, del no es posible, alcanzaban lo que suele denominarse estado de santidad o estado de éxtasis místico, que no es otra cosa que el despliegue de la intuición y de la potencialidad parapsicológica hasta sus más trascendentes consecuencias. En fin, es llegar a conseguir la posibilidad de utilizar las más extrañas y poco comunes características con que la Creación a la Humanidad.

REFERENCIAS:

1: Sobre esto ver nuestro trabajo Aportaciones con el test Zenner para el Estudio de la Esquizofrenia presentado a las Primeras Jornadas Argentinas de Parapsicología (1980). También hay referencias al tema en El Alcance de la Mente del doctor Joseph Banks Rhine. Versión castellana de Editorial Paidós.

(#): Es muy razonable que toda irrupción arquetípica esté acompañada por un proceso de regresión fetal. De mayor o menor intensidad. Pues la única vez que el individuo tiene su psique activada sólo en lo inconsciente colectivo es durante su vida intrauterina. Todo proceso de regresión resulta, sin duda, un intento por volver a la seguridad sentida en tiempos fetales. Pero entraña muchas cosas más. Va acompañado de los elementos comunes a dicha etapa de existencia. Y, son parte de ello, lo arquetípico y la fenomenología parapsicológica. No puede ser, entonces, de otro modo: Regresión fetal, inconsciente colectivo y fenomenología parapsicológica actuando estructuradamente. ¡Cómo en los momentos intrauterinos!

(##): El grito y los gestos dieron paso a un lenguaje común. Seguramente primero de amenazas y bravatas. Finalmente resultó

más cómoda esta manera de comunicarse que utilizando la extrasensorial. Que ya habría caído en desuso