Por el Prof. Dr. Antonio Las Heras

Cuenta la historia religiosa que San Genaro – quien fuera arzobispo de Benevento –  derramó durante su martirio – ocurrido durante el Siglo IV de nuestra – derramó su sangre, parte de la cual fue recogida en dos ampollas que hoy se guardan como el más preciado tesoro. Una contiene apenas algo de la sustancia, la otra está cubierta hasta dos tercios.

En el siglo V fue declarado patrono de Nápoles.  En 1969 el Vaticano declaró el culto a San Genaro sólo local y facultativo.

            La primera constancia escrita de que la sangre, que por lo habitual se encuentra en estado sólido pareciendo polvo oscuro a la vista, tuvo un repentino cambio al estado líquido procede del año 1.369 fecha próxima a 1.337 cuando comenzaron a establecerse celebraciones en honor al santo. Así lo confirma el siguiente texto que refiere a hechos acaecidos el 17 de agosto de 1389

       “Al día siguiente tuvo lugar una gran procesión con motivo del milagro realizado por Nuestro Señor Jesucristo, sirviéndose de la sangre del Bienaventurado Genaro. Esta sangre, encerrada en una ampolla, se tornó líquida como el mismo día en que brotó del cuerpo del santo. (1.-)

En distintas épocas fueron realizados estudios para determinar la veracidad del fenómeno. En la segunda mitad del siglo XX figuran en dicha lista personalidades como el cardenal Corrado Ursi, quien fuera arzobispo de Nápoles, el sacerdote jesuita Siwek, especialista en fenómenos místicos y el historiador Domingo Ambrosi. Cabe aclarar que la Iglesia Católica nunca se ha expedido al respecto aunque permite y fomenta este culto.

A pesar de los estudios realizados, los hechos siguen siendo un verdadero misterio que, para mayor dificultad en la investigación, se halla sumergido en grande dosis de misticismo que trasladan al asunto al campo psicosocial.

Lo concreto es que – realizados los análisis espectrales, que no requirieron la apertura de las ampollas puesto que esto sería considerado un sacrilegio impensable – pudo determinarse fehacientemente que el contenido de las ampollas – una sustancia oscura convertida en arenilla – es sangre humana que podría encontrarse contaminada con restos de otras sustancias. Claro que eso no convalida que sea, precisamente, la del santo Genaro. El contenido de las ampollas, que son de vidrio cristalino, permanece por lo habitual en estado sólido.

Lo que la feligresía considera milagro acontece cuando ese contenido se convierte, de manera bastante repentina, en líquido (algunos testimonios afirman que en algunas ocasiones la sustancia llegó a burbujear e, inclusive, aumentar su volumen (2.-)); lo que se espera acontezca tres veces al año, en fechas fijas, a saber: el sábado que precede al 1º de mayo, el 19 de setiembre y el 16 de diciembre, ésta última en coincidencia con el aniversario de la decapitación del santo, ocurrida durante las persecuciones del emperador Dioclesiano, en el 305 de nuestra era.

Las investigaciones permitieron determinar que, además de experimentar la licuefacción, tienen lugar otros fenómenos físicos como lo son el aumento o la disminución de peso y volumen. Todo lo cual se ha constatado con las mediciones correspondientes.

“No hay aquí sugestión colectiva ni radiación térmica de la multitud, que son algunas de las teorías con que pretende explicarse lo que siempre se ha considerado como el milagro de San Genaro”, informan los estudiosos. Entre quienes hicieron estudios del fenómeno se encuentra quien fuera un sacerdote jesuita argentino – el licenciado en Filosofía y destacado parapsicólogo discípulo de Joseph Banks Rhine creador del primer laboratorio de Parapsicología del mundo en la Universidad de Deke, E.E. U.U., Enrique Novillo Paulí – quien publicó al respecto en un libro de su autoría. (3.-) En 1972 realizó un análisis de los hechos – sin que le fuera permitido trabajar en forma directa con las ampollas; sólo observarlas visualmente – llegando a la conclusión de que para él la explicación es de naturaleza parapsicológica pues entiende que la licuación ocurre por intervención de la función psikinética producida en forma grupal por la multitud reunida expectante.

Aquellos que apartan la hipótesis del milagro – recordemos que por milagro se entiende la acción directa y extraordinaria de Dios en hechos humanos – piensan que ha de existir alguna relación entre la cantidad de personas que se reúnen en el lugar y el proceso de licuación, dado que en ocasiones, a pesar de encontrarse fuera de fecha, tales acontecimientos extraordinarios se han cumplido coincidiendo con una gran afluencia de fieles.

A modo de ejemplo nos referiremos a lo sucedido en el año 2000 cuando la transformación de la sustancia tuvo lugar antes de lo previsto. Un cable de la agencia ANSA lo expresó del siguiente modo:

“En el año del Jubileo, San Genaro, tomo a todos por sorpresa y repitió el milagro de la licuación de su propia sangre aún antes de que las ampollas que la contienen fueran extraídas de la caja fuerte. El anuncio fue difundido antes de que partiera la procesión con la que en mayo los fieles acostumbra a exhortar al santo a que repita el milagro.”

 Pero también hubo fechas en que el polvo no se licuaba y hubo que aguardar hasta 80 horas para que el acontecimiento tuviera lugar. El 19 de setiembre de 1994 – para poner un ejemplo – el hecho sucedió en tiempo y forma, siendo anunciado por las más importantes agencias periodísticas como EFE, AFP. UP y ANSA con repercusión mundial. En la ocasión fue el mismo arzobispo de Nápoles, Michele Giordano, quien hizo el anuncio. Alrededor de 3.000 fieles que aguardaban orando desde la madrugada en la catedral irrumpieron con aplausos cuando el cardenal Giordano mostró las ampollas con la sustancia ya líquida.

Fuera de las fechas previsibles, también hubo un cambio en la sustancia cuando el 21 de marzo de 2015 el Papa Francisco tomó una de las ampollas en sus manos en presencia – entre otros dignatarios de la Iglesia – del cardenal napolitano Crescenzio Sepe, obispo de Nápoles; ocasión en que el contenido del envase mostró un estado semisólido no llegando a convertirse plenamente en líquido.

Como ya se ha dicho, el examen espectroscópico de la materia en cuestión reveló que, efectivamente, se trata de sangre con lo que varias teorías basadas en la suposición de que se trataría de algún tipo de sustancia particular y rara quedaron descartadas de plano.

Cuando el hecho portentoso no se realiza – lo que ha pasado en más de una ocasión – los napolitanos lo interpretan como una señal de que asuntos desfavorables para la ciudad o para Italia, habrán de suceder. En cambio la licuefacción es signo de la predilección de San Genaro por su pueblo fiel, y se manifiesta con grandes celebraciones.

Guillermo Giménez de Castro, de la Universidad Mackenzie (Brasil) expone que: “Sabemos que la sangre una vez coagulada no se licúa naturalmente. Los testigos dan cuenta de que ningún proceso químico o físico es realizado sobre las ampollas que contienen las reliquias. Ellas apenas son manipuladas, o sea, retiradas de la bóveda, trasladadas, mostradas al público, en síntesis, son sometidas a una suave agitación mecánica. Algunas substancias tienen la propiedad de licuarse cuando son agitadas y solidificarse cuando están en reposo, esta propiedad es llamada tixotropía.  En 1991Luigi Garlaschelli de la Universidad de Pavia, Franco Ramaccini de Milán y Sergio Della Sala del Hospital San Paolo  de Milán publicaron un artículo en la revista Nature  en el cual describían la propiedad tixotrópica de una substancia que bien podría reproducir los fenómenos relatados. A fines del siglo XIX, el profesor Albini de la Universidad de Nápoles, ya había sugerido una mezcla tixotrópica cuyo color asemejaba al de la sangre de San Genaro. Sin embargo esta mezcla no conseguía mantener sus propiedades durante más que un corto tiempo y además usaba entre sus componentes chocolate, que fue introducido en Europa después de 1492.

En el trabajo de Garlaschelli se obtiene una solución coloidal de Hidróxido de Hierro, FeO(OH), para su preparación es necesario cloruro de hierro (FeCl3), carbonato de calcio (CaCO3)  y cloruro de sodio (NaCl) además de agua destilada. Las tres primeras substancias se encuentran fácilmente en la naturaleza, la primera en lavas volcánicas, la segunda en la piedra caliza, la tercera es sal común. En cuanto al agua destilada, bien puede ser sustituida por agua de lluvia. El problema del método de Garlaschelli es que usa una técnica llamada diálisis para generar la solución. La diálisis es un proceso similar al colado, sólo que el colador tiene agujeros del tamaño de poros. Garlaschelli la usa en este caso para remover el cloruro férrico y de clacio sobrantes. La técnica en si no requiere de gran sofisticación, y hasta pueden emplearse intestinos de animal como mebrana porosa, pero lo cierto es que su uso recién fue establecido en el siglo XIX. Sin embargo Van Helmont, médico y químico belga (1577 – 1644) demostró experimentalmente que la sal diluida en agua puede pasar a través de una vegija. Probablemente no fue el primero en observar el fenómeno. Y es sabido que Hipócrates, usaba fieltro como filtro de agua. Obviamente que todos estos argumentos no pueden demostrar que la técnica fuera conocida en el siglo XIV cuando se relata por primera vez el milagro de Nápoles. Por eso es que Garlaschelli preparó una segunda mezcla sin el uso de la diálisis.

Las propiedades de la solución 1 (usando diálisis) son extremamente parecidas a las de la sangre de San Genaro, con suaves movimientos, como los que un sacerdote podría realizar, ya se licúa. Tiene además un color muy semejante. La solución 2 (sin diálisis) también mostró propiedades similares, sólo que como su purificación no fue completa al no haberse empleado diálisis, se deteriora más rápidamente. De todas formas es bueno notar que los tests sufridos por ambas sustancias son bastante más intensos que los delicados movimientos y el cuidado especialísimo a que las ampollas veneradas son sometidas. Un segundo test realizado por Michael Epstein y el propio Garlaschelli en 1992, fue obtener el espectro de las substancias y compararlo con los de la sangre de San Genaro obtenidos en 1902 por un grupo de científicos. Ambos espectros mostraron características similares, y los dos, se parecen de manera genérica al espectro de la sangre. Un espectro es la firma de una substancia, es decir, es único y así debería permitir discenir entre sangre humana y sangre sintetizada. Pero el método es indiscutible sólo cuando se cuenta con equipo suficientemente potente y cuando la substancia estudiada está completamente aislada. Ambas características están ausentes en el experimento de 1902, primero porque aún no se empleaba fotografía para registrar los espectros, segundo porque la solución no fue retirada de las ampollas y así la observación se encuentra contaminada por el vidrio de estas y de la caja que las contiene. En la reproducción de aquel estudio de 1902 realizada por Epstein y Garlaschelli, se tuvo en cuenta estos hechos y se empleó un espectroscopio similar a los de principios del siglo XX colocando las muestras dentro de vidrios semejantes a los producidos en el siglo XIV.” (4.-)

Hubo, también, quienes buscaron replicar el fenómeno, advirtiendo que si se combina cera de abejas fundida en aceite de oliva usando a la vez un pigmento colorante, es factible obtener una sustancia térmicamente sensible que se licua o solidifica según aumente o disminuya la temperatura a que se someta el envase. Con esto se buscó probar que la licuación podría estar asociada a la manipulación previa que se hace antes de que acontezca el “milagro”. (5.-)

Nuestro punto de vista es que el fenómeno de la conversación de la sustancia sólida en líquida – fuere lo que hubiere en ambas ampollas – tiene su causa en la producción de un fenómeno parapsicológico de psikinesis; es decir, la acción del factor parapsicológico humano sobre un agente físico externo y a distancia. Las condiciones están dadas para ello. Una cantidad de gente que concentra su atención durante horas y, a veces, días sobre aquellos objetos anhelando la concreción del “milagro”. Tiene lugar así el estado alterado de consciencia (EAC) que es requisito indispensable para provocar el hecho.  La función parapsicológica actúa sobre la sustancia provocando una reacción físico química que desencadena el cambio de estado de sólido a líquido.

            (1.-) De Blasiis, G. (1887) Cronicon Siculum incerti auctoris ab a. 1340 ad a. 1396. Società Napoletana di Storia Patria, Serie Prima,  Napoli, Pág. 85

 (2.-) Thurston, H.  St. Januarius. The Catholic Encyclopedia,  Robert Appleton Company, Nueva York, 1910

(3.-) [Novillo Paulí, Enrique. Los fenómenos parapsicológicos. Psi en el laboratorio. Ed. Kapeluz, Buenos Aires, 1975  Págs. 77 a 81

(4.-) GIMÉNEZ DE CASTRO, Guillermo. La sangre de San Genaro: milagro y ciencia. http://www.guigue.gcastro.net/publicaciones/divulgacion/EXACTAmente/exacta16/sangenaro.html

(5.-) Nickell, J. & Fischer, J. F. Miraculous Blood. Mysterious Realms, Prometheus Books, Nueva York, 1992 (Cap. 9)