Por Antonio Las Heras

Este trabajo fue escrito en octubre de 1981.

Al cumplirse 41 años de la realización del

Primer Congreso Argentino de Parapsicología

volvemos a publicarlo puesto que

no ha perdido su vigencia.


Entre el 4 y el 6 de septiembre de 1981, tuve el honor de presidir el Primer Congreso Argentino de Parapsicología, organizado por el Grupo Universitario de Estudios e Investigaciones en Parapsicología. Concluida la intensa actividad que significó su realización, llegó el momento de la reflexión. ¿De qué sirvió realizar un certamen de esta naturaleza en nuestro país? ¿Fue, verdaderamente, de alguna utilidad? ¿Se consiguieron los fines perseguidos?

Para responder a estos interrogantes, debemos comenzar por aclarar cuáles eran esos “fines perseguidos”. Pues bien, el deseo de la entidad organizadora y, por lo tanto también el mío, era conseguir reunir – por vez primera en la Argentina – a los profesionales de diversas ramas del conocimiento que, de una u otra forma, han contribuido – a través del tiempo –  al estudio e investigación de la Parapsicología en nuestro país. Pero también deseábamos más. Deseábamos otra cosa: mostrar al ámbito universitario y académico, muchas veces incrédulo – por desconocimiento y mala información, salvo muy honrosas excepciones – que la Parapsicología es una Ciencia. Novísima, sí. Pero Ciencia, al fin. Y que, por ello, debe ser investigada en el lugar natural de estudio de las ciencias que es la Universidad. Como se viene haciendo, desde hace cincuenta años, en muchas casas de altos estudios de Estados Unidos y Europa, y fue cosa común en la Argentina de la década del sesenta del Siglo XX

En este sentido lo buscado se logró. Figuras de primera agua intelectual se hicieron presentes para ofrecer relatos sobre sus aportes en el campo de la fenomenología parapsicológica. Quedó, asimismo, muy claro, que aquella idea de convertir a lo parapsicológico en una rama de la Psicología es un planteo superado. Ni la Psicología está interesada en recibir un agente extraño como le sería lo extrasensoreo, ni la Parapsicología – a pesar de su interdisciplinariedad – desea ser cobijada por ninguna otra disciplina. Ni la Psicología, ni la Medicina, ni la Biología, ni la que fuere.

La utilidad de este Congreso, queda a la vista. Mayoritariamente se coincidió en qué es y qué no es la Parapsicología. De ello surgió el llamado “Documento de Buenos Aires” en el que se inscribe la definición moderna del tema. Dice así: “Parapsicología es la Ciencia, interdisciplinaria, cuyo objeto de estudio es aquel factor que permite a la persona humana recibir información sin el uso de los cinco sentidos y actuar en el mundo sin el uso de la fuerza muscular”. “Dicha potencialidad recibe el nombre de “estructura psi” o “potencialidad parapsicológica”, indistintamente.”

Claro que hubo unos pocos que siguieron sosteniendo que la Parapsicología es una rama de la Psicología. Mas entendemos que esto es el resultado de seguir adheridos a una postura que tuvo muchos adeptos a comienzos del Siglo Veinte, pero que – tras las investigaciones modernas – quedó descartada. En este sentido conviene recordar que el mismo Sigmund Freud, ya comprendió esto, cuando escribió que “los llamados fenómenos ocultos -(como se les decía entonces) – deben ser estudiados por personas que se encarguen de ello” y que ningún aporte al respecto podía hacerse desde el Psicoanálisis.

El Congreso nos mostró, también, que si bien la Parapsicología argentina estuvo atravesando un período de letargo acentuado, hubo algunas investigaciones notorias cuyos resultados han pasado los límites de las fronteras del país. Las experiencias de clarividencia y telepatía con dibujos realizadas por el doctor J. Ricardo Musso y la psicóloga Mirta Granero por un lado y los ensayos de acción de la potencialidad parapsicológica sobre vegetales hechos por el licenciado Enrique Novillo Paulí, S.J. por el otro, conforman dos campos de labor cuyo fruto se expandió por el mundo.

Quienes asistieron al Congreso (una cifra cercana al millar) pudieron comprender, finalmente, lo siguiente: 1) Como Ciencia, la Parapsicología debe dejar de ser materia en manos de aficionados o de instituciones privadas sin recursos suficientes, tanto materiales como intelectuales, y debe tener cabida en la Universidad. 2) Es imposible, ya, en virtud de las investigaciones realizadas en todo el mundo, negar que el ser humano está dotado con una “factor” que le permite producir los llamados “fenómenos parapsicológicos”. 3) Terminar con el fraude y el engaño de aquellos que haciéndose pasar por “parapsicólogos” dicen tener poderes para curar males, solucionar problemas sentimentales, hacer exorcismos, etcétera. Nada de esto hace el Parapsicólogo o investigador en Parapsicología. Un parapsicólogo es un profesional universitario, especializado en la materia, que realiza investigaciones y estudios a fin de arrojar nueva luz – luz científica – sobre esta problemática que hace a la esencia de la condición humana. Quien, en nombre de la Parapsicología, tiene “consultorios” en los que “atiende” a personas con problemas de distinta índole, no es un Parapsicólogo, sino cualquier otra cosa.

Todos los humanos tenemos facultades parapsicológicas, que suelen manifestarse de manera espontánea y errática. Cuando menos nos lo esperamos. También es objetivamente correcto afirmar que hay personas que tienen esta fenomenología mucho más habilitada por lo que pueden tener – con notable frecuencia – fenómenos extrasensoriales: telepatía, clarividencia, precognición.  La labor de la Parapsicología es desentrañar los mecanismos que rigen a estos fenómenos y colocarlos ante la Humanidad, para verdadero beneficio y mejoramiento de la especie humana.