La clarividente rusa reveló que en su país la Parapsicología se usó en el espionaje. En octubre de 1990, durante su estadía en Buenos Aires, tuvo un diálogo a solas con el doctor Antonio Las Heras, donde la moscovita explicó detalles de cómo se trabaja en la URSS con la telepatía. A pesar de haber transcurrido casi tres décadas, publicamos aquel diálogo por lo esclarecedor del mismo; más aún teniendo en cuenta el contexto histórico internacional de aquellos días.
La parapsicóloga y paragnosta moscovita Barbara Ivanova sólo estuvo en la Argentina durante 48 horas – traída por Dora Mónica Ferri de Hadad, vicepresidenta del centro Cultural Allan Kardec – para coordinar una serie de conferencias que ofrecerá en nuestro país en junio del año 1991, y la aparición de su primer libro en castellano. Durante su breve estada accedió – en forma exclusiva – a dialogar con nosotros. Las curas parapsicológicas a distancia, la reencarnación y las investigaciones que actualmente realizan en la URSS fueron alguno de los temas.
– ¿Es cierto que la Parapsicología fue algo prohibido y secreto en la Unión Soviética porque se utilizaba en el espionaje?
– Si, era secreto, entonces nosotros tampoco lo sabíamos. Desde 1965 hasta a 1975 hubo un laboratorio abierto de información. Se trabajaba con telepatía, con clarividencia, con todo. En el país hay muchas asociaciones científicas y esta era una de ellas. Nadie nos pagaba.
– ¿Y qué pasa desde entonces?
– Y… nuestro grupo trabaja en la calle, debajo del cielo.
– ¿Qué investigaciones realizaron entre 1965 y 1975?
– La Parapsicología se concentraba en la telepatía. Era igual en todo el mundo. Después ampliamos el trabajo y comenzamos con la investigación sobre la posibilidad de realizar curas a enfermos – a distancia – por vía parapsicológica.
– ¿Qué técnicas utilizan?
– Las más simples, pero sin tocar. Porque si se toca, podrán decir que todo es producto de masajes, del calor de las manos, por ejemplo. Entonces, el valor científico de lo parapsicológico desaparece. Por eso, no tocamos. De esta manera no hay ley física que lo pueda explicar.
– ¿Y qué ocurre con las curas parapsicológicas a distancia?
– Yo he investigado y trabajado en eso. Teníamos muchos alumnos, y algunos de ellos podían curar a distancia y hasta hablando por teléfono.
– ¿Utilizaban métodos telepáticos?
– También podrían ser. Pero los aparatos telefónicos también tienen algún papel en eso, porque yo no hablo nada, solamente mando las vibraciones. La persona siente salir del teléfono muchas cosas: ondas, sensaciones, hormigueos…
– ¿Qué aspecto investiga hoy en día la Parapsicología en la Unión Soviética?
– Estudia, desde el punto de vista físico, que son los rayos, las radiaciones que provocan la salud. No se ha encontrado nada, solo el calor. Ahora pregunto: si yo curo a una persona que está en otro continente ¿eso es calor? No, es otra cosa.
– Usted está visitando varios países del mundo, ¿Cuáles son los objetivos?
– Tengo como finalidad unir a los investigadores para llegar a los resultados más elevados. Lo importante para la Humanidad, mucho más que ocuparnos de los fenómenos parapsicológicos, es pensar para qué sirven. Creo que hay que utilizarlos para la compresión espiritual, la sabiduría, para entender cómo está hecho el mundo, de dónde llegamos y para dónde vamos.
– ¿Esto está relacionado con la reencarnación?
– La reencarnación está relacionada con la Parapsicología y con toda la Ciencia en general.
– ¿Y qué conclusiones han sacado?
– De encarnación en encarnación nos elevamos, somos mejores, ética, moral y espiritualmente. Así, finalmente, llegara la armonía y felicidad al mundo.
– ¿Qué mensaje le daría usted en general, a la gente?
– Que el mundo no es lo que pensamos. Hay un chiste ruso: no se puede tener a todas las mujeres, pero se puede tratar. De la Ciencia decimos lo mismo: no se puede saber todo, pero hay que tratar.
– ¿Qué vislumbra usted para el tercer milenio?
– Se ve una gran esperanza. Se puede ver que las fuerzas cósmicas ayudan al mundo. Pero no solo hay que luchar por conservar la paz, primero hay que crearla.