Por Alvaro Pinedo A

En mi calidad de Oficial de la Guardia Nacional, cuando tenía  el grado de teniente, fui destinado a prestar servicios en la Guardia Rural Montada, en las regiones del oriente de mi patria, donde permanecí por varios años,  oportunidad que me puso en contacto con muchas tribus indígenas llegando a compenetrarme de sus costumbres, creencias religiosas, supersticiones y leyendas, en mis viajes entre las tribus: Tacanas, Chimenes y Chamas, llegué a enterarme de la existencia de la ayaguaska y sus efectos, lo que despertó en mí una gran curiosidad, misterioso brebaje preparado de plantas de la selva por los hechiceros de estas tribus. Quienes lo toman entran en un estado de trance que les permite realizar viajes astrales en el tiempo y el espacio, tanto para indagar en el pasado como en el futuro, es también tomado en forma colectiva transportando a los bebedores hacia mundos fantásticos.

A fin de que el lector, tenga una más clara idea sobre el tema, daré un breve detalle en apretada síntesis sobre las costumbres y territorio en que habitan las tacanas, chimanes y chamas.

La primera de las nombradas es una raza de selvícolas de origen muy antiguo, que fue muy poderosa y de un grado de cultura y organización superior en relación a las demás tribus de la región, poblaron una extensión territorial que abarcaba desde el río Tuichi al sur, al río Beni al este, llegando al norte hasta los ríos Abuná y Acre, su límite natural al oeste eran los últimos contrafuertes de la cordillera de los Andes que se internan en los llanos orientales de Bolivia. Esta inmensa zona cubierta de frondosas selvas tropicales, pampas y bajíos que son surcados por caudalosos ríos y que forma parte de la cuenca amazónica, tiene una fauna muy variada cuyos principales exponentes citaré: jaguares, pumas, antas (tapir), ciervos, venados, taitetus (jabalí sudamericano), chanchos troperos, gran variedad de monos, serpientes venenosas como la cascabel, yeperojobobo, y la temida pucarara llamada cobra sudamericana, entre los inmensos árboles cubiertos de lianas y enredaderas asecha también la enorme boa, en sus ríos y pantanos viven caimanes, tortugas y la gigantesca Sicurí (anaconda), inmensa variedad de peces, pasando de la voraz piraña al surubí, la enorme pirayba y el juguetón Bufeo (delfín del río), grandes cantidades de aves de todas las especies que sería largo de enumerar. En cuanto a su flora creo que es una de las más ricas del planeta.

Los bravos guerreros tacanas fueron los que en la época precolonial lograron frenar el avance de los Incas hacia los llanos del Beni, fue una verdadera hazaña enfrentarse al poderoso Imperio de los Incaicos. Su lengua, una de las más completas, hasta hoy en día es hablada y la mayoría de los nombres de poblaciones, lugares y ríos en las provincias del norte del Departamento de La Paz, como del Departamento de Pando en la parte más septentrional de Bolivia y el Departamento oriental del Beni, son en lengua tacana (Ej. Beni es viento en tacana).

En la actualidad se encuentran diseminados en pequeñas tribus capitaneadas por un cacique, las decisiones de la comunidad son tomadas por un consejo de ancianos, el hechicero es una figura preponderante entre ellos, su principal actividad es la caza y la pesca, pero también se dedican a la agricultura para lo cual tumban extensiones de selva y luego la queman, en estos claros que abren en la espesura siembran: maíz, arroz, yuca, camote y plátanos, estas sus plantaciones las denominan chacos, las armas que usan son el arco y flechas, jabalina, machetes y algunos de ellos tienen escopetas las que manejan en forma muy hábil, en la selva y sus poblados caminan desnudos cubriéndose las partes púbicas con un taparrabo, pero cuando salen a lugares civilizados visten pantalón y camisa de tocuyo, las mujeres se atavían con el tradicional tipoi, especie de bata que les llega hasta los tobillos, con volados en el escote del cuello y en la parte de abajo, los que confeccionan en telas multicolores, tanto hombres como mujeres se adornan con collares y brazaletes de semillas y dientes de animales, en sus fiestas los caciques y principales guerreros usan penachos de plumas de todo color en la cabeza, sus viviendas son chozas con techos de hojas de motacú (variedad de palmera) paredes de chuchio (especie de bambú), y piso de tronco de pachiuba (palmera) de tronco delgado y largo al que abren y aplanan formando un entarimado a un metro del suelo, esto por las inundaciones que se producen durante el tiempo de aguas y para estar a salvo de escorpiones, apasancas y demás alimañas que abundan en la espesura, sobre estos pisos extienden esteras de juncos y duermen en hamacas tejidas de algodón silvestre a las que tiñen de vivos colores, son hábiles alfareros haciendo sus cántaros para agua y chuas (platos) de delicadas formas, fabrican esbeltas canoas de mara y cedro  siendo excelentes navegantes de los ríos y lagos.

El setenta por ciento de la población de las ciudades de Cobija capital de Departamento Pando y las poblaciones benianas de Riberalta, Rurrenabaque, Cabinas, Cachuela Esperanza y áreas rurales de los Departamentos de Pando y parte occidental del Beni, son descendientes de tacanas y trabajan para patrones blancos en ganadería, agricultura, recolección de castaña, cacao, vainilla y en los grandes siringales en la extracción de la goma, trabajos realizados en plena selva, en cuanto a su aspecto físico son de rasgos mongólicos de mediana estatura y fuerte contextura, piel morena, ojos y cabellos negros, las mujeres esbeltas y de líneas armoniosas.

Los chimanes son tribus que habitan las márgenes de los ríos Maniqui y Quiquibe, el primero atraviesa las pampas de San Borja y el segundo es afluente del Beni, viven en estado semisalvaje en grupos medianos que construyen sus pequeños poblados de chozas similares a las de los tacanas y que abandonan cuando comienza a escasear la caza y la pesca, para buscar otros lugares en medio de la selva siempre próximos a los ríos que son sus vías de comunicación, su forma de vida es muy parecida a la descripta de las tribus tacanas, variando su vestimenta, la que fabrican de una corteza de árbol la cual después de ser arrancada es remojada por varios días en aguas saturadas con ciertas plantas, al ser sacada de este baño es golpeada sobre un tronco con palos hasta que toma una apariencia de tela afelpada de color amarillenta y muy flexible llamada corocho, de la cual hacen una especie de poncho costurado a los lados que le llega a media canilla, a esta prenda la denominan “camijeta” y la adornan con bordados de semillas y plumas de aves, esta vestimenta es usada tanto por hombres y mujeres, por lo general para sus correrías por la selva solo llevan un taparrabo y un cinturón del que cuelga un cuchillo o machete, manejan muy hábilmente sus arcos de gran tamaño provistos de flechas diferentes de acuerdo al animal que van ha cazar, la variación se encuentra en la punta, sea para el jaguar, el anta o la pesca, algunos cazadores poseen escopetas. Su aspecto físico es más agradable, de alta estatura por lo general, fuerte contextura, rasgos regulares, piel más clara con manchas casi blancas en las muñecas y tobillos por el mal de “pinto” común entre aquella gente, se encuentran algunos ejemplares rubios y de ojos claros lo que se cree son descendientes de los antiguos misioneros.

Los chamas son tribus nómadas que viven en las márgenes de los ríos Beni y Madidi, son de aspecto físico repugnante, de pequeña estatura, piel casi negra y manchada por el mal de pinto, cabellos hirsutos que rara vez peinan, deambulan en pequeños grupos navegando en sus canoas y acampando en las playas donde construyen pequeñas chozas de hojas de chuchio, viven en un hacinamiento terrible con perros, gatos, monos y otros animales que capturaran y crían desde chicos, su alimentación en su mayor parte la constituyen los peces que pescan con sus flechas y arpones, durante la época seca en que abundan grandes playones en los ríos en que las tortugas salen a poner sus huevos o sea en los meses de julio a septiembre se alimentan con ellos, en comparación a las tribus tacanas y chimanes son muy inferiores en todo aspecto, su lengua es gutural y semeja gruñidos de animales y se entienden a gritos.

Los caciques de estas tribus nombradas y sus guerreros de importancia practican la poligamia, en muchas oportunidades en sus reyertas entre tribus han practicado la antropofaguia, cada tribu o grupo tiene su curandero o hechicero, estos tienen extensos conocimientos sobre herbología que son transmitidos de padres a hijos, verdaderos secretos ancestrales que cuidan celosamente, poseen plantas para curar como para matar, analgésicos, afrodisíacos, anticonceptivos, etc. pero el más fascinante entre sus conocimientos es la ayaguaska, bebida compuesta de la maceración de plantas desconocidas por la civilización la que es usada para hacer entrar en trance a algún determinado miembro de la tribu bajo la vigilancia del hechicero, el bebedor realiza un desdoblamiento o viaje astral durante el cual se averiguan cosas pasadas, presentes o futuras relacionadas con la persona en trance o con toda la tribu, una vez efectuadas las indagaciones el sujeto es sacado del estado de trance por el hechicero con otro brebaje al que ellos llaman la contra.

En uno de mis recorridos de rutina, llegué a una tribu de indios chimanes acampados a unas diez leguas de la población de San Borja donde pude presenciar una de estas ceremonias con motivo de la pérdida de una escopeta, al dueño de esta, fue puesto en trance mediante una cantidad de ayaguaska que le dio a beber el hechicero, (hago notar que yo era de la confianza del cacique y hechicero de esta tribu a quienes visitaba periódicamente en mis recorridos, ya que ante ningún extraño realizan este tipo de ceremonias) al entrar en este estado y ante las preguntas que le hacía el hechicero comenzó a relatar con detalles la suerte corrida por su escopeta; esta había sido robada por otro chiman llamado “Peta” (tortuga) y cambiada por una lata de alcohol a un comerciante blanco de San Borja, él que a su vez se la vendió a otro blanco, este último según seguía el relato la llevó en un pájaro de fierro (nombre dado a los aviones) a una enorme aldea de chozas muy grandes y altas hechas de piedra, la que se encontraba en una serranía de montañas que se hallaban cubiertas por una tierra muy blanca y mojada, (los indios de estas regiones no conocen la nieve) por estos detalles que daba el narrador y en relación a sus escasos conocimientos me di cuenta que hacía alusión a la ciudad de La Paz, la que se encuentra enclavada entre enormes montañas cubiertas de nieve a una altitud de tres mil ochocientos metros sobre el nivel del mar, fui tomando nota de todos los detalles que fue dando el indio en estado de trance y posteriormente pude investigar hasta comprobar que en efecto, la escopeta había sido cambiada por Peta a un señor Salas que negociaba con los indios, quien a su vez la vendió a otros de apellido Menacho, el que la llevó a la ciudad de La Paz en avión a objeto de hacerle cambiar una pieza que estaba gastada, logré rescatarla haciéndola llegar a su legítimo dueño y en esta forma y ante mi gran asombro comprobé que el indio puesto en trance por el hechicero había efectuado un desdoblamiento que le permitió viajar en cuerpo astral bajo los efectos de la ayaguaska.

En otra oportunidad, llegué a una playa en la que durante una noche de plenilunio unos indios chamas realizaban un ritual, ingiriendo grandes cantidades de ayaguaska bajo la vigilancia de su hechicero que los sumió en un estado de euforia inconsciente en la que veían escenas de caza, pesca y acciones de guerra, lanzaban alaridos de combate y se revolcaban por el suelo, otros efectuaban movimientos como si estuvieran en una gran comilona y algunos como si estuvieran realizando orgías sexuales, era algo impresionante ver aquellos salvajes en aquella desenfrenada locura, mientras las mujeres sentadas en círculo alrededor de ellos emitían una especie de canto monótono y acompasado, pasada la medianoche, cuando ya se encontraban casi exhaustos, el hechicero con la ayuda de algunas mujeres les comenzó a hacer beber la contra poco a poco fueron volviendo a la normalidad y se fueron sumiendo en profundo sueño.

Los efectos de este misterioso brebaje es uno de los tantos enigmas de los conocimientos ancestrales que guardan celosamente los hechiceros de estas tribus de indios que habitan el corazón de la América del Sud.

El año 1972 encontrándome destinado en la ciudad de Riberalta que se encuentra situada a orillas de la confluencia de los ríos Beni y Madre de Dios, acompañé al profesor Dr. Fernando Pagés Larraya, eminente psiquiatra de nacionalidad argentina dedicado a investigar los efectos de la ayaguaska, a la zona de Peña Colorada a orillas del río Beni donde se encontraban acampadas algunas familias de indios chamas, para tratar de acumular mayor información  sobre esta bebida de extraños efectos, pero mientras navegábamos hacia allí, una tempestad muy fuerte nos obligó a buscar refugio en la orilla, a la que logramos subir a duras penas ya que se trataba de un barranco de tierra deleznable de más de tres metros de altura, en esta oportunidad mi esposa que nos acompañaba fue quien por su poco peso se encaramó hasta arriba pasándonos una liana por la cual logramos llegar a tierra firme, habíamos abandonado la embarcación en que viajábamos por tratarse de un pequeño bote de aluminio con motor fuera de borda, ya que se podía volcar en cualquier momento con las fuertes olas que azotaban el río en espera de que pasara el temporal, pero desgraciadamente un enorme árbol que se encontraba en la orilla con el fuerte viento huracanado se precipitó sobre nuestra embarcación que se encontraba amarrada a la liana por la que subimos haciéndola zozobrar con todo nuestro equipo, nos encontramos aislados en plena selva y con la proximidad de la noche que se nos venía encima la situación se agravó, por lo que decidimos partir al rumbo hacia Riberalta, única solución ya que podíamos pasar muchos días sin que pasara alguna embarcación que nos preste auxilio. Orientándonos por los relámpagos que rasgaban la obscuridad, fuimos avanzando a duras penas por la enmarañada espesura con el constante temor de pisar alguna serpiente venenosa, escorpión o tarántula de las que abundan en aquellas selvas, mi esposa había perdido sus zapatillas al trepar el barranco lo que aumentaba este peligro, aquella travesía en la cual nuestra ropa quedaba rasgada a jirones por las garras de la maraña fue interminable en aquella endiablada noche, empapados hasta los huesos, sin linternas ni bocado que nos reconfortara, caminamos hasta el amanecer en que llegamos a una choza de un indio que vivía en plena selva, después de servirnos un café caliente que nos reanimó mucho nos guió hasta una senda que seguía hasta Riberalta, después de una penosa marcha llegamos a esa ciudad.

Creo que esta fue la última expedición del profesor en busca de la ayaguaska, pero en anteriores expediciones en las que logro contactar con algunas tribus chamas logro clasificar según me contó una de las plantas que componen este brebaje a la que denomina como la Banisteria Capri o algo parecido si mal no recuerdo.