Por Antonio Las Heras

Quienes afirman que la especie humana no es resultado de la evolución natural sino producto de una intervención hasta hoy desconocida suelen presuponer que los primeros en hacer tales afirmaciones fueron el ingeniero químico Jacques Bergier (1912/1978) y el escritor Louis Pauwels (1920/1997) – autores del famoso best seller de los años 60, “El retorno de los brujos” – o, más recientemente, Erich von Daniken (nacido en 1935, hoy ya con 87 años de edad) – autor de “Recuerdos del futuro” y “El oro de los dioses”, quien sostiene que la Humanidad es el producto de dos o tres intervenciones hechas por inteligencias de otros mundos, a través de mutaciones genéticas, en primates que vivían en la Tierra.

Lo que pocos conocen es que hay alguien, que recibió en 1912, el Premio Nobel de Medicina, y se encuentra reconocido entre los más destacados médicos y científicos del siglo XX, que ya aventuró la idea de que los humanos bien podemos ser el resultado de algún tipo de intervención desconocida.

Me refiero a Alexis Carrel (1873/1944), una personalidad fascinante y, a la vez, muy controvertida.

Como bien escribió J. H. Comroe, J. H., en 1978, en la prestigiosa publicación científica «Who was Alexis who». American Review of Respiratory Disease: “ “Carrel ganó el Premio Nobel en Fisiología o Medicina en 1912, y no lo ganó por alguna investigación oscura y esotérica, sino «en reconocimiento a su trabajo acerca de la sutura vascular, y del trasplante de vasos sanguíneos y de órganos». Entre 1901 y 1910, Alexis Carrel, realizando experimentos con animales, efectuó todas las acciones y desarrolló todas las técnicas conocidas hoy en cirugía vascular.”

J. H. Comroe

Tal es el prestigio que tiene ganada esta personalidad que, en 1979, un cráter de la Luna, fue denominado “Carrel”, como homenaje a sus avances científicos.

Pues bien, este Premio Nobel publica en el año 1935 un libro que no sólo anuncia con precisión muchos de los problemas que habrá de tener que enfrentar la Humanidad en las décadas siguientes, sino que es tan vigente que no dudamos en afirmar que es de lectura imprescindible en este mismo año 2022. Se trata de “La incógnita del hombre.”

Allí leemos párrafos sorprendentes. Detengámonos en dos de ellos:

“¿Qué es el pensamiento, ese ser extraño que vive en las profundidades de nosotros mismos sin consumir una cantidad apreciable de energía química? … ¿Podría ser un constituyente de nuestro Universo, desconocido de los físicos, pero infinitamente más importante que la luz?”

Y aquí viene la propuesta conmovedora:

“¿O debería ser considerado como un ser inmaterial, situado fuera del espacio y del tiempo, fuera de las dimensiones del Universo cósmico, insertado en nuestro cerebro por un procedimiento desconocido, y que sería la condición indispensable de sus manifestaciones y el agente determinante de su características?”

Destaco lo de “insertado en nuestro cerebro por un procedimiento desconocido…” Claramente a lo que hace referencia Carrel es a un acto inteligente realizado por “algo” o “alguien” que nos ha dotado de una capacidad que no es naturalmente nuestra. Allí tenemos al real pionero de la hipótesis de que la especie humana no es producto de la evolución natural, sino que se ha requerido una acción determinada realizada intencionalmente por algún tipo de  ente hasta hoy desconocido, y que eso es lo que ha permitido la aparición y desarrollo de la especie humana tal como la conocemos en la actualidad.

Agreguemos que, Carrel, fue un estudioso e investigador de los fenómenos parapsicológicos. Estaba absolutamente convencido de la existencia y realidad de los mismos y, por ello, en ese texto “La incógnita del hombre”, se permite escribir:

“¡Qué extraordinaria penetración resultaría de la unión de la inteligencia disciplinada y de la aptitud telepática.”

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, parapsicólogo, filósofo y escritor. www.antoniolasheras.com