Por Antonio Las Heras
Se nos ha planteado varias veces el siguiente suceso como una posible prueba de que la reencarnación existe.
“En algún momento de su niñez una persona sostiene que es otra, cuyo nombre da, y – además – comenta sucesos y situaciones que le han acaecido a ese “otro yo” que, repentinamente, parece surgir de lo profundo de la psique del individuo”.
Hasta aquí podríamos entender que estamos frente a un caso psiquiátrico de doble personalidad. Pero, por lo que nos siguen relatando, comprendemos rápidamente que no es así.
“Después de cotejar los acontecimientos narrados por el niño que afirma haberlos vivido cuando era esa “otra persona” se comprueba que es todo cierto con precisión y que – de ningún modo – pudo haberse enterado conscientemente. Finalmente se descubre que el individuo que verdaderamente protagonizó los sucesos narrados por el niño, es una persona que falleció coincidiendo con el momento en que este infante nacía”.
La resultante parece bastante sencilla: el “espíritu” del muerto se instaló en el nuevo ser que llega al mundo.
Esta tesis es rápidamente descalificada por lo siguiente: en el momento de fallecer aquel hombre, el bebé ya tiene nueve meses de vida – por lo menos – en el interior de su madre. Mas puede, entonces, recibir un “nuevo” espíritu en el momento del nacimiento.
Pero, no es suficiente con esto. Debemos explicar a qué se debe esa tan extraña coincidencia. No sería sensato afirmar que, por mero azar, coincidió que aquella persona moría, este ser nacía y, después, fantaseaba con ser el muerto al que nunca conoció y, por si fuera poco, del que sabía detalles precisos ocurridos en tiempos de aquél. Demasiada casualidad para ser, verdaderamente, tal. Por ende, buscaremos una respuesta. Ésta surge, nítida, desde la Parapsicología.
Lo ocurrido es esto: sabemos que los canales parapsíquicos se abren cuando en la persona ocurren circunstancias extremas, momentos arquetípicos diría Jung. Esto es: el nacer, el morir, la adolescencia, un momento en que se obtiene algo juzgado trascendente, el instante en que la integridad psicofísica está en peligro, etcétera.
Pues bien, en nuestro caso ambos sujetos atraviesan vivencias extremas y arquetípicas. Uno atraviesa el trauma del nacimiento, otro el trance de la muerte.
Es así que mientras fallecía, aquél individuo emitió un mensaje telepático, posiblemente un resumen de su vida, una transcripción de la memoria fílmica que tiene lugar en los momentos previos a la muerte (será interesante verificar si este tipo de comunicación se produce en casos de muerte inesperada y violenta o se da también en personas sometidas a larga agonía). Tal emisión pudo haber tenido como receptores deseados a familiares y seres queridos en general. Éstos pudieron o no captar conscientemente la transmisión parapsicológica. Pero, entre tanto, un bebé llegaba al mundo. Abiertos sus canales parapsíquicos al máximo (carece de barreras conscientes y de material inconsciente personal acumulado) la emisión es recibida con firmeza y queda albergada en la psique. Seguramente, de inmediato pasa a constituir uno de los primeros contenidos del inconsciente. Después, con el paso de los años, algo traerá a la memoria aquellas informaciones obtenidas extrasensorialmente. Desde el nombre y apellido hasta algunas de las vicisitudes atravesadas en el cotidiano vivir.
El niño ignora que recibió todo ese saber por vía telepática. Sólo tiene conciencia de que esas manifestaciones brotan de su interior. Se trata de contenidos psíquicos, ahora inconscientes. Como sabemos, toda la información recibida parapsicológicamente una vez incorporada al inconsciente se comporta igual que aquellas recibidas por estímulos sensoriales.
De esta manera vemos que no es necesario valerse del argumento de la reencarnación para entender cuál es la razón para que una persona nacida en el mismo momento en que otra falleció conozca detalles sobre la vida de este último que nunca incorporó conscientemente, ni tampoco de manera subliminal.
Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, parapsicólogo, filósofo y escritor. www.antoniolasheras.com