ESPPor Antonio Las Heras

Existen varios temas en Parapsicología que se conocen, en el orden popular, con cierta confusión. Uno de ellos es el misterio del tablero ouija, cuya versión casera es el llamado vaso parlante o copa parlante. ¿Quién no hizo, alguna vez, la prueba del vaso parlante? La mayoría de nosotros nos hemos maravillado observando cómo una copa se movía sola en torno de un abecedario, con – apenas – apoyar un dedo encima. Más precisamente sobre la base del vaso, puesto que este debe colocarse dado vuelta.

Algo similar ocurre con el tablero ouija, ampliamente difundido en Europa durante el auge del espiritismo. Se trata de una tabla a la que se le dibujaron, en forma de abanico, todas las letras del abecedario. Al pie, y en forma horizontal, se hallan los números del 0 al 9. También, en los extremos inferiores, las palabras “SI” y “NO”.

El consultante (puede ser más de uno) hace una pregunta en voz alta y, después, suavemente coloca la yema del dedo índice de su mano derecha sobre una pieza deslizante (lo que en la versión casera es el vaso puesto boca abajo). Esta pieza, que – precisamente se llama “ouija” – guiada por los espíritus de seres muertos – se dirá folklóricamente – al desplazarse va marcando letras, las que una vez unidas suelen permitir armar frases breves y más o menos coherentes.

Hasta aquí cualquier escéptico afirmará – sin temor a ser desmentido científicamente – que son los mismos participantes quienes, inconscientemente, producen pequeña actividad muscular e impulsan la ouija o el vaso al estar en contacto con los dedos. Y eso es cierto. Porque de lo contrario los objetos se moverían solos sin necesidad de apoyar los dedos. ¿Acaso un espíritu requiere de ayuda humana para manifestarse? ¿Pero qué pensar cuando el vaso forma palabras y dice cosas ignoradas por los que colocaron sus dedos ? ¿Acaso no es esta una demostración convincente de que algo, del Mas Allá, ha intervenido? No, sostenemos los parapsicólogos. Lo que pasa en estos casos es que, mediante los fenómenos extrasensoriales de clarividencia (conocimiento cierto de información obtenida por intervención de fuerzas parapsíquicas que habitan en cada uno de los seres humanos) y telepatía (captación extrasensorial de idea o en todo caso, de sentimientos presentes en la mente de otra persona), los protagonistas activos de la experiencia del vaso parlante y del tablero ouija obtienen un saber que, conscientemente, ignoraban. Y ello es posible por dos motivos. Uno, que todos los seres humanos tenemos potencial parapsicológico aunque la mayoría lo utilice sólo en esporádicas ocasiones.

La otra razón es que la preparación de hacer la pregunta al vaso parlante, constituye de por sí, un rito de concentración mental que favorece la producción de sucesos parapsíquicos, no únicamente entre quienes participan activamente, sino – así mismo – en las personas que rodean la experiencia, limitándose a mirarla.

Pero, por más que los participantes se concentren una y otra vez, se verá que ni la ouija, ni el vaso sufren desplazamiento alguno si no hay contacto físico con éstos. Mas, si – excepcionalmente – hubiera algún movimiento sin intervención humana aparente, tampoco en este caso debemos apelar a la explicación por los espíritus. Se trataría en cambio, del fenómeno parapsicológico que llamamos psikinesis o psicokinesis o telekinesis. Que es cuando el potencial parapsíquico interviene modificando el mundo exterior y sin que intervenga fuerza alguna. En realidad esta sí existe: es el potencial psi de los protagonistas de la experiencia, a nivel consciente. Es decir, guiado por el psiquismo al que nuestra conciencia no tiene acceso.

Antonio Las Heras es doctor en Psicología Social, parapsicólogo, filósofo y escritor. Entre sus más recientes libros se encuentra “Sigmund Freud, Psicoanálisis y Parapsicología.” e mail: alasheras@hotmail.com