Escribe el Prof. Dr. Antonio LAS HERAS
Isla de Pascua (Rapa Nui, en lenguaje originario) con apenas una superficie de163,6 km2 y una población estable de 5.135 personas, es la isla más alejada de todos los continentes. Situada en pleno Océano Pacífico, dista 3.700 km. de la costa de Chile, habiendo alcanzado su renombre a raíz de esos extraños y únicos monumentos conocidos con el nombre de moái construidos por una cultura que, se supone, es descendiente de habitantes polinesios quienes, dirigidos por el rey Hotu Matu´a, desembarcaron alrededor de dos mil años atrás en la playa bautizada Anakena que funciona perfecto como puerto seguro. (Sólo hay otra playa – Ovahe – muy pequeña e inútil como fondeadero; el resto son paredes acantiladas y sectores rocosos.)
Empero, lo que no alcanzó aún tanta difusión, es una ancestral ceremonia – la tradicional fiesta folklórica Tapati – que tiene lugar cada mes de febrero y que, en los últimos años, adquiere cada vez mayor brillo por el empeño puesto en sus protagonistas, orgullosos de continuar con la cultura legada de sus ancestros.
Tapati es una competencia extrema que persigue exhibir la capacidad mental y de reflejos así como estado físico de cada uno de los participantes. Estos, a su vez, se hallan ataviados acorde a los ropajes que antaño fueron habituales. Así, las pieles morenas de jóvenes altos, cabellos negros largos y músculos marcados surgen apenas cubiertas por taparrabos y calzado artesanal. El aspecto espiritual no queda de lado. Está presente en las pinturas corporales (Takona) logradas con la precisa combinación de pigmentos naturales, que cada competidor exhibe.
El punto cúlmine del Tapati es la coronación de una reina. Los participantes acumulan puntos – cual caballeros en justa medioeval – que suman a tal o cual dama. Quien logra mayor puntaje – habida cuenta de los logros obtenidos por sus paladines – recibirá, por ese año, la corona.
En la actualidad, son muchos los turistas que llegan desde todas partes del mundo para convertirse en asombrados testigos de las proezas realizadas por esos hombres – casi todos jóvenes, pero también los hay de mayor edad – que estuvieron todo el año preparándose para este momento.
Entre las prácticas ancestrales, la que más nos ha llamado la atención es el Haka Pei, que consiste en lanzarse desde lo alto del cerro Pu´i (castellanizado Puhi) montando, a modo de trineo, el tronco de plátano. Siendo la pendiente de 120 metros de longitud y 45º de inclinación, en el descenso alcanzan velocidades de hasta 80 km./h Ganador es quien consigue recorrer la mayor extensión. Son muchos, a pesar de haberlo practicado tanto, quienes quedan detenidos a poco de lanzarse. El terreno es rugoso, cuenta con mucha roca en superficie (la isla es el resultado de tres volcanes hoy apagados), pedruzcos y escasa vegetación.
Tau´a es la prueba donde cada paladín debe nadar y remar utilizando canoas hechas de totora (especie autóctona) en el lago que ha surgido en lo que fuera la chimenea del volcán Rano Raraku; el mismo del que hace centurias fueron extraídos los bloques para construir los moais.
Tau´a conforma un verdadero triatlón pues está compuesto por la prueba Vaka Ama que consiste en la navegación con las pequeñas canoas ya mencionadas; Pora que obliga a nadar usando un flotador de totora y, finalmente, Aka Venga donde es necesario correr con dos abigarradas ramas de fruta de plátanos sostenidas por los hombros con una varilla.
Bailes, cantos rituales y recreación de leyendas mantenidas por tradición oral conforman otras de las actividades que hacen tan interesante estar presente durante los días en que acontece el Tapati.
Fotos © by Antonio Las Heras, 2015. Prohibida su reproducción sin permiso previo por escrito del autor.
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