Por Pablo N. Carnevale Bonino

En esta comunicación nos referimos a hechos en el cual nos tocó actuar, ocurrido hace 35 años, que tuvo mucha repercusión en su época y luego fue olvidado, por lo que consideramos interesante hacerlo conocer a las actuales generaciones de jóvenes médicos.

El jueves santo del 2 de abril de 1942, una noticia propalada por emisoras radiales y por los periódicos, se difundió por la ciudad, En el barrio de Barracas, en la calle General Hornos 1282, una señora de 45 años, Victoria Báez de Siancha, presentaba un curioso fenómeno que se repetía, según se comentaba, desde hace cinco años, siempre durante la Semana Santa. A partir del domingo comenzaba a tener desvanecimientos, inapetencias y malestar, entrando el jueves en un estado de postración, al mismo tiempo que comenzaba a manar sangre de su frente, el viernes, el viernes la exudación se producía en las manos y en los pies, lo mismo que en la boca, resucitando el sábado.

El hecho produjo gran desorden en la calle, frente a la casa, donde se habían congregado muchas personas y además allí  una emisora, transmitía desde un camión, las alternativas del suceso. Ante tal circunstancia debió intervenir la Policía, estando el procedimiento a cargo del titular de la seccional 26ª. Subcomisario Jorge Anselmi, que para mantener el orden, debió recurrir al Cuerpo Guardia de Seguridad y a la Policía Montada.

El funcionario policial fue recibido por el esposo de la paciente, quien le relató los antecedentes y lo que en ese momento sucedía, invitándolo a visitar la habitación. Ante las dudas que se le presentaron solicitó nuestra colaboración y concurrimos a las 19 en su compañía, permaneciendo en la casa hasta las 22 aproximadamente, para poder observar de cerca el hecho.

Antes de llegar a la habitación donde se encontraba la presunta “santa” debimos pasar por una anterior en la que habían instalado un altar con imágenes religiosas, velas encendidas y además un lugar preparado para depositar las donaciones, algunas de las cuales eran en aquel momento, bastante importantes. Pasamos luego al dormitorio donde la observamos tendida en la cama, vestida con una túnica  de raso blanco, como un hábito, un crucifijo pendiendo del cuello y un rosario en la cintura. Estaba evidentemente en estado de sopor, tendida en posición decúbito dorsal, con los brazos a ambos lados del cuerpo y la cabeza inclinada hacia la derecha, apoyada en la almohada.

En aquel momento pensamos que podía tratarse de un estado cataléptico y el fenómeno de extravasación sanguínea (no comprobado) ser debido a un proceso de autosugestión en el que influían a consecuencia de ese estado, sus creencias religiosas.

Enterados de que el desfile de personas se producía durante el día, pero a las 24 se cerraba la puerta de la casa, para abrirse recién a la mañana siguiente, resolvimos proponer a los familiares “…  dejar en la habitación durante la noche un empleado policial y un médico, que pudieran colaborar en caso necesario”, lo cual fue  rechazado nerviosamente por la hija, aduciendo que era ella, la que en nombre de Dios, debía atender sola a su madre.

Cuando concurrimos a la mañana siguiente, nos manifestaron al entrar, que el proceso se había acelerado, pues ya se observaba la exudación sanguínea, pensamos entonces que ello podía deberse a lo manifestado por la Policía en el sentido de que si continuaba el desorden, procedería a la detención de la “santa” y demás ocupantes de la casa.

Al entrar en la habitación, vimos que le habían colocado una toalla blanca, que la cubría ampliamente, la que presentaba manchas de sangre desecada en varias partes, no en la zona correspondiente al cuello al que estaba fijada, en las proximidades de la boca. Además observamos en el dorso de las manos y pies, manchas groseras de sangre que presentaban algunas partes más aclaradas, lo que hacía presumir que habían sido colocadas y esparcidas con la mano.

Como vimos pequeñas partículas en las manchas de sangre de la presunta exudación, procedimos a limpiarlas con una gasa esterilizada, que lavamos con suero fisiológico esterilizado y observamos al microscopio coloreando los preparados con Giemsa, constatando la presencia de células descamativas, algunos hematíes destruidos, escasos leucocitos y además una flor microbiana  acidófila, común en la sangre menstrual.

Pensamos entonces que se trataba de un caso de simulación en que debía tener importante intraversión los familiares, particularmente la hija que la cuidaba, a quien interrogamos. Supimos así que se encontraba atravesando el período menstrual y para comprobar nuestras sospechas le solicitamos el paño que empleaba, el que nos fue entregado. Con él practicamos la misma operación que con la gasa y la observación microscópica nos permitió ver los mismos elementos que  en el caso anterior. Comprobamos así que se trataba de una simulación con la complicidad y colaboración de la familia, que además la mantenía en estado de postración, como lo habíamos observado las veces permitió verla, oportunidades en las que se nos hizo esperar breve tiempo en la habitación contigua.

Esa misma mañana, el subcomisario volvió a proponer la permanencia de un oficial en la habitación, “lo que fue aceptado no sin reservas”.

Esta medida originó la aceleración de los acontecimientos, la reacción se produjo anticipadamente, a las 14.40 del viernes, y no del sábado, coincidiendo con la resurrección de Jesucristo, como se había anunciado. Al reaccionar manifestó su agradecimiento a Dios y refirió algunos de sus “milagros”. Inmediatamente concurrimos al lugar del hecho donde a su pedido y en presencia de otros colegas, procedimos a examinarla. Pudimos comprobar que presentaba en la cabeza erosiones provocadas por uñas punciones en el paladar originadas con algún instrumento punzante, estas últimas producían el hilillo de sangre que corría por la parte lateral de la boca.

Constatada la mistificación y elevado el sumario instruido por la Seccional 26ª. de Policía, a la que pertenecía el domicilio de los hechos, a la Superioridad, se les procesó por infracción al art. 1º, inciso B, del Edicto Policial sobre “Desorden”, imponiendo a la “santa”, al esposo y a la hija, “la pena de veinte pesos moneda nacional o en su defecto, seis días de arresto, en forma condicional”, pena cuyo cumplimiento se deja en suspenso en atención a sus buenos antecedentes… la que se dará por no pronunciada, si en el término de 2 años, a contar de la fecha del fallo, no incurre en otra contravención de carácter policial, debiendo en caso contrario, sufrir las penas…”

Este asunto había terminado, los periódicos de los días 3 y 4 de abril de 1942, publicaron extensas notas acompañadas de fotografías, en principio mencionando el hecho y luego el desenlace, con grandes titulares, por ejemplo, en “La Razón” del 3, se lee: “Una mistificación resultó ser el caso de la calle Gral. Hornos; en “Noticias Gráficas” del mismo día: “La incredulidad de la Policía, anticipó el fin del milagro”; en “Crítica” del 4: “Cayó envuelta en el ridículo la grotesca superchería milagrera  de la “Santa de Barracas” que sudaba sangre y en “El Mundo” del 3, para no citar sino algunas de las publicaciones que difundieron ampliamente el hecho, cuyos detalles se transmitieron con rapidez por radiotelefonía.

Hacemos esta mención porque transcurrió un año, vimos con sorpresa que el Dr. F. Gorriti, publicó en “La Semana Médica del 2 de diciembre de 1943, una comunicación presentada en la Sociedad de Neurología y Psiquiatría, el 27 de agosto de ese año.

En ella comenzaba diciendo: “Es un hecho exacto, verídico y personalmente comprobado, que la señora Victoria Báez Siancha, tuvo un sudor sanguinoliento en la frente, con parte del cuero cabelludo limítrofe en un ancho de dos centímetros y en el dorso de ambos pies, el jueves y viernes Santo, 22 y 23 de abril pasado únicamente, pues en todo el año anterior la hemos estado asistiendo en su domicilio de la calle Gral. Hornos 1282 de esta capital, sin que ningún otro día hubiese ni haya presentado, anterior ni posteriormente, el fenómeno de referencia. Y agrega: “Nos hemos permitido, por excepción, decir su nombre y apellido, no acostumbrado en esta clase de comunicaciones por ética profesional, porque el hecho viene trascendiendo al público desde varios años ha, por repetirse en los días señalados, con más o menos intensidad, según sus familiares y porque el talentoso periodista Prof. Juan José  de Soiza Reilly propaló el extraño suceso…” Y a continuación: “Soiza Reilly había sido invitado por nosotros a presenciar el fenómeno y lo vio el Jueves Santo a eso de las 11 horas. En su presencia secábamos el sudor sanguinoliento de la frente con un algodón y a los pocos minutos volvía a aparecer”.

Más adelante manifiesta haber invitado al Prof. Dr. Gregorio Aráoz Alfaro, al Prof. Mariano Castex, a los Profesores Dres. Rafael A. Bullrich y Enrique Mouchet y al Dr. Armando Trabucco, lo mismo que al Dr. Rubén Encina, a quien había encomendado los análisis de sangre de la paciente, pero ninguno de ellos había podido concurrir.

A continuación y en un extenso trabajo que abarca diez páginas de la revista, estudia el caso detalladamente. Fue entonces que  enviamos al Presidente de la Sociedad de Neurología y Psiquiatría, Dr. Roque Orlando, una nota fechada el 10 de diciembre de ese año, en la que comentando la mencionada publicación decíamos: “…. Llama la atención el estilo axiomático, casi diríamos de Magister dixit, con que el autor inicia su conferencia, a tal punto que no admite la posibilidad de una equivocación de diagnóstico y ni siquiera de una simulación. Le basta, por lo visto, su único criterio personal para afirmar el hecho, pues como él mismo lo manifiesta, los profesores mencionados declinaron la invitación para presenciar el fenómeno”.

“El Dr. Gorriti, en la abultada descripción del caso… hace sin quererlo, la historia novelada, ingenua y pintoresca de la misma, puesto que se limita a publicar la autobiografía referida por la paciente, rica en episodios paranoicos, como aquel del voto de castidad el día que cumplió treinta y tres años o sea la edad de Cristo”.

“Nada tendríamos que objetar a esta elucubración única en su género…pero no podemos admitir el raro caso de amnesia que padece el Dr. Gorriti, al olvidar la comitragedia que le aconteciera a la misma señora…. El jueves y viernes santo del año anterior, como consecuencia de las presuntas exudaciones sanguíneas que ofreciera en estado cataléptico, en su domicilio de Gral. Hornos 1282” Hicimos notar luego la participación que tuvimos en esa circunstancia, demostrándose que dichas exudaciones no tenían nada que ver con el estado de catalepsia ni de misticismo, sino que por el contrario, se trataba de un simple caso de simulación que dio margen a la intervención de la Policía.

Agregábamos que los fenómenos relatados por el Dr. Gorriti, no se habían producido ese año en el domicilio que mencionaba, sino en la calle Piedras 1020, como nos lo había manifestado el testigo Sr. Soiza Reilly, a quien entrevistamos.

Además solicitamos al Director de “La Semana Médica” la publicación de la nota que antecede, lo cual se hizo en el número del 23 de Diciembre, p, 1437, el 27 de febrero de 1944, el Dr. Orlando publicó en la misma revista una nota dirigida al Director, manifestando no haber recibido nuestra nota, a lo que respondimos en la misma sección “Tribuna Libre”, indicando el número de la carta certificada que enviamos y la firma de la persona que lo recibió, haciéndole presente al mismo tiempo que no queríamos dejar de manifestarle el agradecimiento hacia nuestra actitud, “tanto más cuando estamos de acuerdo acerca de la importancia histórica y de la solvencia científica y moral de la sabia institución que con dignidad preside y muy particularmente en que los asociados son los únicos responsables de lo que sustentan en sus trabajos.

Como la polémica se había canalizado a través de “La Semana Médica” y habíamos prometido documentar nuestras afirmaciones, contrarias a la tesis de nuestro colega, publicamos con el mismo título de aquel: “Exudación sanguínea  mística”, la copia del sumario y terminamos nuestra exposición diciendo: “Queda con esto demostrado hasta la evidencia, que la afirmación del Dr. Gorriti en cuanto a ser “exacto, verídico y personalmente comprobado, que la señora Victoria Báez de Siancha, tuvo sudor sanguinolento en la frente y en el dorso de los pies, sólo es exacta y verídica en lo que a sangre se refiere, pero de ningún modo en cuanto al origen místico y milagroso que él atribuye a la presunta sudación”.

Por otra parte, el periodista Soiza Reilly, que fue citado como testigo en la comunicación mencionada, en la charla del 9 de abril de 1942 (cuando tuvo lugar nuestra intervención) por Radio del Pueblo, cuya copia con su firma obra en nuestro poder, comentó la superchería y el papel que nos tocó desempeñar en esa circunstancia, con términos elogiosos, terminando su comentario con las siguientes palabras: “En fin: se descubrió la carretilla dada vuelta para vivir de arriba”.

Hemos expuesto la participación que tuvimos en el llamado caso “La santa de Barracas”, que sorprendió a los porteños en la Semana Santa de 1942, hecho de simulación en el que debió intervenir la Policía por el desorden que se originó y la sorpresa que al año siguiente nos produjo la publicación del caso como un hecho “exacto, verídico y personalmente comprobado de “Exudación sanguínea mística”, hecha por tal colega en “La Semana Médica”, a la que respondimos con notas enviadas al Presidente de la Sociedad de Neurología y Psiquiatría y a la Dirección de la Revista, en la que publicamos copia del sumario policial.

BIBLIOGRAFIA

CARNEVALE BONINO, PABBLO N. – Tribuna Libre. Acerca de la comunicación del Dr. Gorriti, titulada “Exudación sanguínea mística” – La Semana Médica, 1943, L, 1437-38.

CARNEVALE BONINO, PABLO N. – Tribuna Libre – La Semana Médica, 1944, LI, 307.

CARNEVALE BONINO, PABLO N. – Exudación sanguínea mística – La Semana Médica, 1944, LI, 1242-47.

GORRITI, F. – Exudación sanguínea mística – La Semana Médica, 1943, L, 1265-74.

Una mistificación resultó ser el caso de la calle Hornos. – La Razón, Buenos Aires; viernes 3 de abril de 1942, p. 4.

La incredulidad de la Policía anticipó el fin del “milagro” – Noticias Gráficas, Buenos Aires, viernes 3 de abril de 1942, p.4.

Cayó envuelta en el ridículo la grotesca superchería milagrera de la “Santa de Barracas” que suda sangre – Crítica, Buenos Aires, sábado 4 de abril de 1942, p.6.

Valiéndose de una alteración psíquica se simuló el caso de la calle Gral. Hornos. Era mediante incisiones que causaban la exudación sanguínea. La Razón, sábado 4 de abril de 1942, p.4.

Sumario Nº 156, año 1942. Comisaría 26ª. Desorden: Art, 1º Inc. B. Registrado en la Sección Judicial bajo el Nº 12.799

RESUMEN

En esta comunicación relatamos un hecho en el cual nos tocó actuar, ocurrido hace 35 años. Para Semana Santa una mujer decía exudar sangre y se mantenía en estado cataléptico, resucitando el sábado como Jesucristo. Al difundirse el hecho se produjo un gran desorden y actuó la Policía, que nos solicitó colaboración. Al intervenir nosotros se aceleró el proceso, la paciente resucitó antes del tiempo fijado y comprobamos que se trataba de una mistificaciٕón de la cual participaban los familiares. Se hizo un sumario y se aplicó a los imputados la pena correspondiente; los periódicos emisoras de la época difundían ampliamente los hechos.

Pero al año siguiente nos sorprendió la publicación del mismo caso que hizo un colega en “La Semana Médica”, con el título de “Exudación sanguínea mística”, que había presentado ese mismo año a la Sociedad de Neurología y Psiquiatría, a presenciar al cual no concurrieron distinguidos profesores a quienes invitó.

En esas circunstancias nos dirigimos por nota a la mencionada Sociedad, refiriendo lo sucedido en el caso anterior y nuestra intervención solicitando al mismo tiempo la publicación de esa nota en “La Semana Médica” y posteriormente también su revista ampliamos la información con nuestras conclusiones y el respectivo sumario.