Por Juan-Jacobo BAJARLIA (1).
La reencarnación es un tema conflictivo que puede ser analizado desde la perspectiva de la Parapsicología. Joseph B. Rhine lo rechazaba de plano. Consideraba que era excesivamente metafísico y no podía ser incorporado a una ciencia que se preciara de estricta. Referirse al “Más Allá”, incluiría, por lo tanto, el entrar en una serie de conjeturas que podrían prestarse a la discusión. Recordemos, por ejemplo, el diálogo mantenido entre Francois Miterrand, entonces presidente de Francia, y el filósofo Jean Guitton. La conversación fue registrada por el diario Clarín (Buenos Aires,17/XII/1994):
¿Qué hay después de la muerte?, preguntó Mitterrand. “Después de la muerte está lo que llamamos el Más Allá”, respondió Guitton. ¿Pero qué es el Más Allá?, insistió Mitterrand. “Señor presidente, sobre eso no sabemos nada y por eso lo denominamos Más Allá”, explicó Guitton consciente de la angustia de su interlocutor”.
La metempsicósis.
La idea de la reencarnación, la metempsicósis griega, es antiquísima. Se creía de tal manera en la transmigración de las almas, que ya Empédocles, en el siglo V a. de J.C., aseguraba el haber sido sucesivamente pez, pájaro y doncella.
Pitágoras, en el siglo VI a. de J. C., afirmaba conclusiones similares, remontando su encarnación a otros filósofos anteriores. Juliano, el Apóstata; a su vez creía ser una encarnación directa de Alejandro de Macedonia.
Los egipcios, según Herodoto, fueron los primeros en creer en la metempsicósis. El alma, afirmaban, se introducía en perros y cerdos para entrar, al cabo de 3000 años, en un cuerpo humano.
Similares creencias tuvieron los primeros padres del cristianismo. Sin embargo, en el año 553, durante el Concilio II – realizado en Constantinopla – el emperador Justiniano condenó la doctrina de la reencarnación. Se conocen, a pesar de esto, las interpretaciones bíblicas referidas a Ezequiel (37, 12) y Mateo (XVII, 11,13), que – de alguna manera – apoyarían la aceptación creencial de la reencarnación.
Hoy existe una denominación moderna – Psi-theta – para designar las manifestaciones referentes a la muerte o a los muertos. Sobre esto, expresan Henrique Rodríguez y M. B. Tamassía (En busca de la materia Psi, pp. 36- 37, Mateo, O. Clarín, 1974), que “Theta es la letra con la que se inicia la palabra griega thanatos, que quiere decir muerte. En 1960, el fallecido Charles E. Ozanne creó la Psychical Research Foundation, para dedicarse exclusivamente a la investigación sobre supervivencia del alma”.
Agregan los autores:
“Un libro que contribuyó mucho a todo esto, fue el “Telefone para o além”, de Friederich Jurgenson, a través del cual d cuenta de espectaculares grabaciones de lo que parecería tratarse de voces de seres situados al otro lado de la vida. Tales criaturas se identifican como almas despojadas de la carne, que ya vivieron entre nosotros. Explican ese contacto grabando sus voces en tape, en innúmeros idiomas, como tentativa técnica de comunicación con los vivos”.
El libro de Jurgenson, al que también nos hemos referido en el capítulo de las psicofonías, Telefone para o além (Spprechfunk mit vertorbenen), fue editado en portugués durante 1972 por Civilizacao Brasileira. No conocemos traducción en castellano.
¿Qué es el alma?
Se pretende hablar de reencarnación, pero no sabemos qué‚ es el alma, qué‚ cosa es el espíritu. Psych‚, alma en griego, está vinculado con psychó, exhalar, despedir, arrojar el aire.
En latín, espíritu es soplo. Espirare significa expeler el aire, y expirare, morir. Por otra parte, en latín tambiénén tenemos animus y anima
(espíritu y alma), que equivalen al griego anemós, viento; lo mismo que pneuma, igualmente en griego, espíritu.
En chino, primitivamente, alma era un y ch’i .Ch’i es aire, el aliento vital. Hun, la “nube” que sale de la boca en los días fríos.
Hun, dice Arthur Waley (The Way and its Power / The Tao Te Ching and its Place Chinese thought, 1934) “se convirtió en el alma del varón que ascendía al cielo después de la muerte”.
En el Libro Tibetano de los Muertos, las almas, mediante la presión en las arterias del cuello, puesto el paciente del lado derecho, se le ayuda a que ésta energía vital que es alma, salga hacia la Clara Luz, el lugar increado de la inmortalidad. Mucho antes, ya el hombre del paleolítico superior, creía en un doble que le sobrevívía. No consideraba que la muerte fuera el final inabolible de la vida.
Si el alma es, por lo tanto, un aire, o una masa de energía, no faltaron los investigadores que – de alguna manera – trataran de localizarla. Uno de ellos fue el médico sueco Nils Olof Jacobson, quien llegó a la conclusión de que el alma pesa exactamente 21 gramos. Lo dijo en el libro “La vida después de la muerte” (1972).
Para determinar el peso anímico, decía la publicación, vigiló la agonía de muchos moribundos tendidos en camas que, al mismo tiempo, eran b sculas de extraordinaria precisión. “En las £ltimas horas de la vida se registra una p‚rdida contínua de peso, correspondiente a la abundante transpiración, de 20 gramos por hora. Pero cuando se produce el fallecimiento y el alma abandona el cuerpo, la b scula registra un brusco descenso de 21 gramos”. Este sería, seg£n Jacobson, el peso de la masa energ‚tica que migra en el instante de la muerte. En iguales t‚rminos, el alma pesaría 21 gramos.
No creemos que Jacobson est‚ en lo cierto. Llama, sin embargo, la atención, el hecho de que en el instante de la muerte, la b scula agregue un gramo m s que durante la p‚rdida de peso en los momentos previos de la agonía.
Los casos bíblicos.
Ya señalamos que el Concilio de Constantinopla – año 553 – condenó la doctrina de la reencarnación. Las Escrituras, sin embargo, registran dos casos que vamos a esquematizar. El primero est referido al sueño de Ezequiel. Transcribo sin agregar nada:
“La mano de Jehov vino sobre mí (…) y me puso en medio de un valle que estaba lleno de huesos”. (Ezequiel, 37, 1).
Y sigue Ezequiel con estas palabras:
“Así ha dicho Jehov el Señor a estos huesos: He aquí, yo hago entrar espíritu en vosotros, y vivir‚is.” (Ezequiel 37, 5 ). “Y pondr‚ tendones sobre vosotros, y har‚ subir sobre vosotros carne, y os cubrir‚ de piel pondr‚ en vosotros espíritu y vivir‚is”. (Ezequiel, 37,6).
“Profetic‚, pues, como me fue mandado; y hubo un ruido mientras yo profetizaba, y he aquí un temblor; y los huesos se juntaron cada hueso con su hueso. Y mir‚, y he aquí tendones sobre ellos, y la carne subió, y la piel cubrió por encima de ellos; pero no había en ellos espíritu” (Ezequiel, 37, 8).
“Y profetic‚ como me habían mandado, y entró espíritu en ellos, y vivieron, y estuvieron sobre sus pies; un ej‚rcito grande en extremo”. (Ezequiel, 37, 12).
El otro caso que tambi‚n se interpreta como reencarnación, est contenido en Mateo
(XVII, 11-13):
“Elías ha venido ya, pero no lo reconocieron. De la misma manera, el Hijo del Hombre tiene que padecer de parte de ellos. Entonces entendieron los discípulos que les hablaba de Juan el Bautista”.
Es decir, los discípulos entendieron que Jesucristo les hablaba de Juan el Bautista. Elías, por lo tanto estaría reencarnado en aqu‚l. Ocho siglos antes fue arrebatado por un carro de fuego. Juan el Bautista, a su vez, a pedido de Salom‚, muere decapitado por orden de Herodes.
Los niños prodigio.
Hay autores que para aprobar la existencia de la reencarnación analizan el caso de los niños prodigio. Expresan que esta condición es demasiado enigm tica, una excepción que nos habla de otros seres sin los cuales no podría darse este fenómeno. Nosotros lo ponemos en duda. El tema, a pesar de su poca solidez, conviene registrarlo. Pero nos limitaremos a enumerar lo que ya se conoce en esta materia.
A£n así volvemos a preguntar: ¿hay reencarnación en los niños prodigio?. ¿Podrían fundamentar esta hipótesis?.
Miguel Angel, pintor y escultor, uno de los grandes genios del Renacimiento, ya era imbatible a los 8 años. Un día, el mismo Ghirlandajo se lo dijo: “Ya no tengo nada enseñarte. Lo sabes todo”.
Heinrich von Jaineken, quien nació en 1721 y murió a los 4 años, hablaba tres idiomas. Si esto es verdad, ¿cómo fue posible este prodigio?.
Mozart, a los 4 años, ya había escrito una o m s sonatas, y a los ocho una ópera. Era capaz de reescribir una obra musical con sólo escucharla una vez, o de continuarla despu‚s de algunos compases. A los 35 años, cuando se estaba muriendo, oye m£sica y llama a su hija para dictarle la £ltima parte de un Requien que había comenzado por encargo.
Felix Mendelssohn escribe cinco óperas y once sinfonías a los 9 años. A los 17, la obertura del Sueño de una noche de verano, cuyos acordes festejan la marcha nupcial. Murió joven, como Mozart. Tenía entonces 39 años.
La lista no se agota con todos los que hemos mencionado. Hay muchos m s. ¿Se puede, entonces, hablar de reencarnación?.
Criptomnesia o memoria extracerebral.
Por £ltimo nos introduciremos en la criptomnesia, tambi‚n llamada memoria gen‚tica o memoria extracerebral. Criptomnesia se origina en kriptós, oculto, y mnesis, memoria. Es un aspecto que algunos investigadores en Parapsicología han designado como fenómenos Psi-theta.
Quien m s ha estudiado el tema de la reencarnación desde un an lisis parapsicológico es el norteamericano Ian Stevenson, en su libro Twenty Cases Suggestive for Reincarnation (1966). Aquí presenta un caso que, por sus especiales características, conviene tener en cuenta. Vamos a resumirlo.
El hecho acaeció en Kanaidsh, India, en 1951. Munna es un niño de 6 años, hijo de Prasad, asesinado de una puñalada en el cuello. Realizada la investigación, detuvieron y procesaron a dos individuos de nombre Chaturi y Jahavar. Este £ltimo era pariente de Munna y £nico heredero de Prasad de no existir el niño. Durante la secuela procesal Chaturi acusó a Jahavar de haber sido el asesino. Lo dijo al comenzar las actuaciones. Y lo hizo de tal manera que, al incoarse el proceso, no había duda de que Jahavar era el causante de la muerte. A pesar de esto no hubo pruebas terminantes para probrar los cargos. Las pruebas eran endebles, dubitativas, o sencillamente no existían. Esto llevó al juez a dejar sin efecto el auto de prisión. Los detenidos fueron liberados.
Un año despu‚s del asesinato nace Ravi Shankar, quien se cría normalmente como cualquier otro niño. Pero a los 4 años, llenando de asombro a sus progenitores, comenzó a decir que su padre era el señor Prasad. En otros t‚rminos: desconoció o negó su propia paternidad. Era el hijo de otro. Y desde ese instante no hubo manera de hacerle entender de que estaba equivocado.
Eso no fue todo. Tambi‚n comenzó a relatar su “vida anterior”, la que correspondía al niño asesinado: la casa en la que “había nacido”, los lugares que frecuentaba, los juguetes con los cuales “se entretenía”. Todo era exacto en relación con la vida de Munna. Incluso describió el lugar en que “había sido asesinado” y quienes eran los asesinos. Lo sabía todo como si hubiera estado en el cuerpo de la víctima.
Ravi Shankar fue llevado a casa del señor Prasad y le siguieron sus pasos mientras era acompañado por un custodio. Cierto día se halló con unos desconocidos y se aterrorizó. Gritó desesperadamente y dijo que eran los asesinos. Despu‚s se pudo observar en su cuello algo así como un lunar que fue creciendo a semejanza de una cicatriz en el lugar exacto de la puñalada asestada a Munna.
Stevenson manifiesta que es un caso de criptomnesia o memoria extracerebral. Pero tambi‚n, con igual significación, nos habla de memoria gen‚tica. Esto nos induce a pensar que los padres, en el momento de la concepción, pudieron transmitir, gen‚ticamente, al mismo Ravi, el hecho sangriento que había convulsionado a los habitantes de Kanaidsd.
Y aquí caben dos preguntas no resueltas aún por la Ciencia: ¿las c‚lulas que se fusionan durante la concepción sólo transmiten sus códigos físicos?. Si esto fuera posible, ¿los códigos llevan en sí mismos la impresión que ha quedado de un hecho de sangre o lo que fuere?. El problema es arduo. No podemos contestar categóricamente. Y aun, si acept ramos la hipótesis telep tica, seg£n la cual el niño Ravi Shankar obtuvo información de sus propios padres por esta vía, ¿cómo explicar la cicatriz en el cuello despu‚s del encuentro con los dos desconocidos?.
Se ve, entonces, que el tema de la reencarnación necesita otras pruebas para opinar con eficiencia. Pero esto no le quita su importancia en el estudio de la Parapsicología.
El test de Thouless.
La reencarnación, de alguna manera, est en conexión con la supervivencia del espíritu. Si ‚ste no se destruye al abandonar el cuerpo (y con esto invadimos el campo de la religión), podríamos considerar entonces la posibilidad de que pueda transmigrarse como ya lo creían los antiguos y los filósofos como Empédocles y Pitágoras.
Para la hipótesis de la supervivencia existente el test de Thouless que consistiría en transmitir un mensaje en clave entre dos individuos, uno de los cuales ya est muerto. O en otros t‚rminos: el que va a morir se compromete en transmitir una clave despu‚s de fallecido. La segunda persona recepcionar esta clave para llevar a cabo lo que ambos se había propuesto en su momento. Se entiende que el sujeto que est con vida no conoce la clave. Si tal procedimiento llegara a aconcretarse, significaría que el test de Thouless nos ayudaría a considerar una posible aceptación material de la supervivencia del espíritu.
Leamos, sin embargo, la descripción de este test, realizada por J. Gaither Pratt (Los fenómenos parapsicológicos, 201-202, trad. E.M. Sierra, Buenos Aires, Troquel, 1971):
“El sistema ideado por el Dr. Thouless tambi‚n consiste en preparar un mensaje que ‚l tratar de revelar despu‚s de su tr nsito. Pero en vez de encerrar el mensaje en un sobre opaco y sellado, lo ha ocultado mediante lo que ‚l considera un código indescifrable, y es así como se ha publicado la comunicación en su forma codificada. La finalidad de esto es la de desafiar a los investigadores a descifrar el código con el concurso de un medium en vida del Dr. Thouless y sin que ‚ste tenga la menor intención de ayudarlos!”.
“Luego de su deceso, el Dr. Thouless, si se halla a sí mismo sobreviviendo y gozando de su memoria y otras facultades mentales, intentar comunicarse por una medium y dar a conocer la clave necesaria para descifrar el código. No necesitar transmitir el mensaje en sí, sino sólo la clave para poder leerlo. Todas las claves falsas que las mediums ofrezcan por solución ser n f cilmente reconocibles como tales, pues no dar n sentido lógico al mensaje codificado y por lo tanto no podr n identificarse con la que el Dr. Thouless trata de transmitir. Así las cosas, todos los fracasos que se produzcan antes de su muerte no har n
m s que reforzar el test (en
la medida en que ayudan a demostrar que las mediums no tienen acceso a la clave por medio de la ESP com£n), y aun los reveses repetidos que se observan luego de su desaparación del mundo de los vivos no lo invalidar n. El experimento permanecer intacto todo el tiempo que los investigadores y las mediums deseen para tratar de obtener la respuesta correcta.”
J. B. Rhine y J. G. Pratt, estudiando esta hipótesis de la supervivencia, han dicho:
“En total, las investigaciones en Parapsicología han abierto un nuevo acceso a los problemas de la religión, problemas que son de enorme importancia para la Humanidad. Si el impulso viene de un principio de parte de los partidarios de la religión o de los hombres de Ciencia, no importar si la prosecución de una investigación cuidadosa de estos grandes temas se toma con el vigor y la prontitud que merecen. Las consecuencias son demasiado importantes para dejar librado el problema a los m‚todos preliminares de investigación a que ha sido sometido en el pasado. Sólo los procedimientos m s definitivos y los m s altos est ndars de investigación deben considerarse adecuados para arribar a conclusiones en los casos en que est n en juego problemas vinculados con el destino humano” (Parapsicología, 158, trad. A. Jasca, Buenos Aires, Troquel, 1972).
No hay bibliografía que demuestre el test de Robert H. Thouless, esbozado por primera vez en una conferencia de la Royal Institution de Gran Bretaña, en 1951. Esta demostración, como ya hemos expresado, podría explicar el problema de la reencarnación. Constituiría un acontecimiento de gran importancia en las investigaciones de la Parapsicología. El test pasaría – en seguida – a ocupar un lugar entre los otros tests introducidos por Rhine en su obra sobre Extrasensory Perception (1934).
(1): Juan-Jacobo Bajarlía. (1914/2005) Pionero de la Parapsicología en la Argentina. Fue vocal del Primer Congreso Argentino de Parapsicología (1981) y vicepresidente de la Comisión Directiva del Grupo Universitario de Estudios e Investigaciones en Parapsicología (G.U.E.I.P.) Fue miembro fundador de la Asociación Argentina de Parapsicología. Recibió numerosas distinciones, entre ellos el Premio Konex. Abogado, criminólogo., doctor en Leyes, ensayista, poeta y escritor de ficción.