El secreto para controlar la obesidad no está sólo en la alimentación sino que reside en la mente humana, que es la que se ocupa de modificar la actitud personal hacia las comidas y ayuda a lograr la figura corporal deseada.
A los 15 años yo medía 1,67 m. y pesaba 94 kilogramos. Todos me llamaban “el Gordo”. Sufrí mucho, me sentía discriminado y avergonzado porque tenía un cuerpo que no le gustaba a nadie, y mucho menos a mí. En esos días inicié mis primeras prácticas de control mental y desarrollé este sistema para lograr la figura ideal. Tres meses después había bajado 23 kilos, practicaba remo, estaba entre los primeros estudiantes de la Secundaria y me llamaron para integrar el equipo de básquet del colegio. Llegué a medir 1,83 y mi peso era de apenas 71 kilos. Desde entonces mi vida es muy activa, me alimento de acuerdo con lo que me agrada; manteniendo ágil mi cuerpo, la mente y pleno el espíritu. El método está perfeccionado y ya fue utilizado con el mismo éxito por muchas otras personas.
La mente humana funciona como una excelente computadora. Pero, a diferencia de la máquina, no quiere que alguien la programe ya que puede hacerlo por sí misma. Lamentablemente, el estrés de la vida cotidiana provoca una mala programación y eso afecta todos los aspectos de la vida de la persona. Por ello debemos cambiarla, colocando la programación adecuada. En este caso mostraremos que para conseguir una figura esbelta se requiere perseverancia en las ejercitaciones de control mental, unos minutos diarios y suficiente confianza en las posibilidades personales.
Para realizar este ejercicio de desarrollo mental la persona debe permanecer acostada, de espaldas, sobre una superficie no demasiado mullida, con los párpados bajos buscando disolver todas las ideas y pensamientos que aparezcan. Se recomienda oír música que invite al relax muscular o iniciar una respiración lenta, pausada y profunda. Seguidamente imaginará un color agradable. Ese color actuará a modo de elemento de limpieza, para que surja una idea de blancura, símbolo de paz y armonía vigorosa. Esa mancha blanca luego se transformará en un rectángulo.
El comienzo requiere decisión, continuidad y algún esfuerzo, dependiendo que la ejercitación resulte más o menos simple de acuerdo con la experiencia previa que el practicante tenga en relax y concentración. La imagen se esfumará una y otra vez, en los primeros intentos, si la concentración no ha sido adecuadamente practicada. Es por eso que conviene iniciarse haciendo los ejercicios al despertar y antes de dormir. Unos minutos cada vez.
Cuando se está bien entrenado, la figura rectangular blanca y resplandeciente aparecerá en la imaginación con sólo pensarla. Inclusive estando con los párpados abiertos, de pie o caminando.
El rectángulo luminoso es el objeto sobre el que hacemos las programaciones. Primero tomamos conciencia de la figura que buscamos lucir en el futuro. Así, producido el rectángulo, formamos en él figuras. La primera de la izquierda será nuestra imagen del pasado. La que tuvimos hace muchos años. La del medio: la actual. Allí nos mostraremos tal cual somos. Con todos los defectos físicos que nos atribuimos. A la derecha aparece la imagen aquella que queremos lucir. La que queremos tener ya mismo.
Esta programación hay que hacerla todos los días. En cada ocasión veremos de detenernos en detalles precisos de cada figura, buscando qué desearíamos eliminar de lo que fuimos, qué buscamos cambiar en lo que somos y las características de la imagen ideal deseada, prevista para el futuro. No solamente se trata de bajar de peso, también puede ocurrir que la persona se sienta demasiado delgada y busque lograr unos kilos de más. O bien tener una figura erguida.
Cuando el entrenamiento nos permita visualizar imaginariamente, de forma rápida, la programación anterior, significa que estamos preparados para realizar una programación psíquica positiva tendiente a la modificación de nuestro sistema corporal de acuerdo con lo que estamos deseando.
Con el paso de los días su apetito se adecuará naturalmente permitiéndole conseguir la silueta que realmente desea. Sin exigencias concientes. Esto se debe a que actúan mecanismos del psiquismo profundo. Usted sólo notará cambios físicos, pero “algo interior” será la causa.
A medida que su figura se aproxima al ideal deseado continúe trabajando con las programaciones, pues si se deja estar es probable que el proceso se interrumpa volviendo a la situación anterior. En cambio, si sigue practicándolo, encontrará otras notables aplicaciones.
No desvalorice el método por su sencillez. Aunque parezcan muy simples, las técnicas necesitan esmero y dedicación. Recuerde que el requisito esencial es no interrumpir las programaciones matinales y nocturnas y hacerlas pausadamente. Si el cuerpo comienza a modificarse muy rápido consulte al médico para obtener un apoyo psicofísico. Es más, conviene que durante el desarrollo de toda esta programación usted se mantenga con control médico, de manera que los resultados obtenidos estén profesionalmente supervisados desde el principio.
Un ejercicio sencillo
El ejercicio central consiste en que cada mañana, justo al despertar, forme su rectángulo luminoso. Vea su figura tal como era en el pasado y también como es en el presente. Seguidamente disuelva ambas. Dedíquese , sólo, a visualizar su meta. Busque imaginar con la mayor claridad que le resulte posible, cada vez, la silueta que desea tener. Mientras hace la visualización, busque impregnarla con sus mejores emociones y un intenso sentimiento de certeza en el logro del objetivo. Después, pase a observar en el rectángulo estas frases, en secuencia, y de a una por vez:
ES MI META, HACIA ALLÍ VOY
ESE SOY YO, VOY A LOGRARLO
LO ESTOY LOGRANDO
ESTÁ LOGRADO
En ese orden. Repítalo antes de dormirse, por la noche.
Si su problema es el exceso de peso o falta del mismo, la programación mental que deberá utilizar es:
COMO SÓLO LO NECESARIO
Forme EN su pantalla imaginaria imágenes donde usted mismo se encuentra frente a mesas servidas en abundancia, por las que pasa sin consumir más que lo necesario para alimentarse adecuadamente de acuerdo con sus deseos. También imagine que se sienta ante un plato lleno de comida, del que sólo toma una pequeña cantidad que le brinda placer y satisfacción.